Castidad (II): ¡HEY! ESTO VA CONTIGO

No es imposible vivir la castidad. Lo repito para quien necesite volver a leerlo antes de detenerse y pensar: ¡no es imposible vivir en castidad y ser feliz!

Esta virtud no es un logro ascético al alcance exclusivo de unos pocos y, desde luego, no es la cruz en la moneda de la vida religiosa o sacerdotal católicas. Dios la incluye en dos de los diez mandamientos y, por eso, su cumplimiento es una obligación al alcance de todos los hombres (derecho natural). Si cualquier persona de buen corazón entiende, sin ser erudito, que debe contenerse para evitar matar, robar o mentir en pos de sus anhelos, lo mismo se le alcanza respecto al impulso sexual.

Vivir la castidad no es vivir en un estado de permanente, atroz y antinatural negación. El mismo Dios que nos dio un empujoncito en la espalda y nos dijo: ¡Hala! Creced y llenad la tierra con vuestros descendientes, nos da el sexto y el noveno mandamiento para ayudarnos a encarrilar nuestra conducta errática: evita cometer actos impuros y vigila incluso tus pensamientos pues, del pensamiento alimentado a la acción finalmente ejecutada, hay muy poco trecho.

Para los cristianos que obran con rectitud de intención y por amor a Jesús hay – además – un argumento que antecede a cualquier otro: si creo que Dios es mi Creador y Padre, si acepto que nada que venga de Él puede ser malo para mí, debo renovar mi confianza en El y aceptar sus mandatos. ¡Seguro que intenta protegerme de algún mal!

Para el resto de personas – bautizados alejados o indiferentes y no creyentes – hay otras razones que aconsejan la castidad. Desde luego están las razones de orden sanitario. La OMS advierte de que – cada año – se producen en el mundo 448 millones de nuevos casos de infecciones por transmisión sexual en adultos de entre 15 a 49 años, sin contar las infecciones por el VIH y otras ITS incurables. Dudo que ni el padre más ciego a causa de su anti-catolicismo pueda ignorar este peligro pero, por si acaso, apunto la recomendación de la OMS (nada sospechosa de ser cristiana) para paliar el contagio de ITS: ¡estrategia del ABC! Abstinence,  be faithful, condom use que, traducido al español sería: abstinencia, fidelidad, uso de preservativo.

También están las razones de orden psicológico, pedagógico o social, esas que subyacen a cualquier proyecto educativo: 1- El deseo de ser felices está en el fondo de todo lo que hacemos consciente o inconscientemente. Es el motivo por el que nos levantamos cada mañana, vamos al colegio o al trabajo, aprendemos, nos movemos, nos relacionamos con otros y aceptamos tener relaciones sexuales viviendo la castidad o atentando contra ella. Tengámoslo presente a la hora de argumentar.

2- Educar a nuestros hijos supone introducirles en distintas realidades y explicarles el significado y el valor de las cosas. Sabiendo que hoy día se recurre a las connotaciones  sexuales hasta para vender agua, no podemos abandonarles en la exploración de esta dimensión humana y esperar que aprendan a dominarla por sí solos sin hacerse, a veces, mucho daño.

3- Aceptar que es imposible dar un juicio de verdad sobre los hechos equivale a negar la verdad misma, sea cual sea. Negar la verdad nos impide obrar en consecuencia con ella. La libertad se agota si todas las opciones tienen el mismo valor. ¿Cómo puedo optar por lo mejor si no existen las categorías? Se pierde el sentido de la propia vida si no aceptamos que hay un tiempo y un momento para todo.

4- El CSIC indica que cada año se producen en España 18.000 nuevas gestaciones (el doble que hace diez años) pero más del 40% acaban en aborto. ¿Queremos una familia y una sociedad donde nuestros jóvenes asuman por fuerza – no por amor, ni porque les de la libre y real gana – responsabilidades y decisiones para las que no están preparados?

MartaCM

La familia es la institución más valorada en la sociedad y vilipendiada en la televisión española. “Algunas series de humor tratan a la familia de forma disparatada y parece que ese carácter humorístico les da licencia para presentar a una familia donde la infidelidad está al orden del día; el abandono de los hijos o la utilización de los mismos es cotidiano; la cosa más normal del mundo es que los padres sean homosexuales o bisexuales; las personas se mienten constantemente, o las familias están desunidas y son agrupaciones de egoísmos en equilibrio frágil e inestable (…). Debemos hacer una  crítica de la misma y una objeción de conciencia activa, incluso dejando de verlas (Lourdes AZORÍN, Ecclesia, feb. 2015)

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