CONFUSIÓN INEXCUSABLE

La escandalosa ausencia de sentido (razón o sensatez) y de sensibilidad o emoción inteligentes propias de nuestro tiempo, nos llevan a vivir situaciones tan dolorosas y denigrantes como las que provocan esta reflexión.

Cuando escuché el incidente del niño chino arrojado por su madre al retrete de su vivienda,  nada más nacer, sentí como si hubiera sucedido un eclipse y el alma se me quedara fría y a oscuras. ¿Qué clase de persona ve a su hijo en el váter – supongamos que parió así por accidente -, y en lugar de recogerlo apresuradamente, cubrirlo, abrazarlo, limpiarlo y besarlo, tira de la cadena y empuja con la escobilla para que se vaya por el desaguadero?

 ¡Señor, cuida a ese niño y a todos los niños del mundo! Protégelos de los adultos malos que intentan matarlos, o los abandonan, o los maltratan, o los esclavizan.Niño chino rescatado

A los pocos días comenté el suceso con una señora que resultó ser – según me dijo al presentarse – catequista. Ella justificó a la madre argumentando su posible ignorancia y su miedo extremo. Como sus palabras me recordaron el axioma relativista que afirma la bondad de todas las opciones y acciones, le pregunté: “¿es preferible deshacerte de tu hijo tirándolo al inodoro, que reconocer tu incapacidad para atenderlo y entregárselo a quien sí lo haga?” Sentí clavarse el puñal de la  decepción al oírle contestar: “con lo que amo yo a mis hijos, no puedo imaginar el dolor de saberlos por ahí, perdidos en el mundo, lejos de mí  por haberlos entregado a Servicios Sociales”. ¡Valiente sensibilidad a flor de piel para justificar conductas intolerables! ¿Esa es la caridad cristiana que algunos enseñan en catequesis?

No fue un accidente. La noticia no fue fruto de la exageración mediática y ni siquiera la mayor ignorancia humana es capaz de confundir un bebe con las propias heces. Tras el rescate del bebé, llevado al hospital encapsulado en el trozo de tubería donde se quedó atascado para evitarle daños mayores, la madre renunció a la  custodia de su hijo  dejando clara su motivación: deshacerse del bebé sin testigos.

 

En España acabamos de vivir un suceso casi calcado: una madre metió a su hijo en una bolsa y lo tiró al sumidero. Inaceptable suceso que volverá a ser noticia.

Seguro que soy peor persona – en algunos aspectos – que quienes como aquella catequista confunden el pecado con la ignorancia o con el trastorno psicológico, pero no callaré refugiada en su misma pose mojigata.

La defensa de la vida de inocentes com

o estos dos niños merece más mi indignación – supina a estas alturas -, que la supuesta compasión que pudieran arrancarme todos los atenuantes aplicados a sus respectivas madres y al Estado que las parió. Si las sociedades “desarrolladas” no fueran tan condescendientes con el tema del aborto, si dejaran de creerse que sólo es un problema para la conciencia de los católicos integristas cavernarios, si admitieran que reducirlo a un posicionamiento político es esencialmente falso, no estaríamos llegando al punto actual: mujeres incapaces de sentir por sus hijos la ternura o compasión suficiente para darles la oportunidad de vivir siquiera entregándolos a la beneficencia.

¡Qué pena me da comprobar la confusión que viven y difunden personas con responsabilidades importantes! El precepto “no juzgues y no serás juzgado” no significa “guarda silencio culpable ante el pecado que presencies”. La verdadera caridad cristiana consiste en evitar – o paliar – el dolor que inflige el pecado del hombre a sus semejantes.

Dios ama a cada niño tanto o más que sus propios padres. ¿Se hacen una idea de lo que sufre cuando ve, cada día, cómo algunos asesinan, maltratan y/o acosan a sus hijos pequeños? Acompañemos a Dios en este sufrimiento. El sí merece el consuelo que podamos ofrecerle – con nuestra cercanía y nuestra escucha – en el duelo por sus pequeños.

 

Cada 25 de mes, a las 19:30, se reza en la Iglesia de San Miguel Arcángel de Logroño, el ROSARIO POR LA VIDA. Pueden acudir allí o unirse a la oración por la vida desde sus parroquias o casas.

 

 

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