Gene Sharp (El genio a favor de los derechos humanos)

 

Quiero trasladarles una historia llena de esperanza. Tiene nombre de hombre, “Gene SHARP”. Sus teorías han recorrido los cinco continentes en 30 idiomas  distintos.

 

Yo tuve noticia de Gene SHARP hace sólo unas semanas. Engancharme a él fue cuestión de 15 minutos, los primeros del documental que me lo descubrió. Me sonroja confesar que desconocía la historia y obra de este hombre absolutamente genial, tremendamente sencillo y sensato. Desde ahora suscribo la afirmación de quienes dicen de él que “si Einstein fue el genio de la física, Sharp es el genio de los derechos humanos”.

Gene Sharp nació el 21 de enero de 1928. Actualmente reside en Boston, Massachusetts, donde trabaja en su fundación “The Albert Einstein Institution” desde 1983, promoviendo el estudio y uso de la acción estratégica no violenta en conflictos en todo el mundo. Sus teorías hablan “de la capacidad de la gente para cambiar el mundo”. Ha definido 198 métodos de resistencia no violenta decisivos en revueltas sociales desde hace 50 años. Su manual “De la dictadura a la democracia” explica  una técnica de combate que aspira a ser el sustito de cualquier forma de violencia. Sus marcas (colores y símbolos, carteles en inglés, desobediencia civil, boicot económico y compromiso solemne con la no violencia)  están detrás de revoluciones pacíficas en Birmania, Serbia, Estonia, Letonia, Lituania, Guatemala,  Australia, Tailandia, China, Japón, Georgia, Irán, Curdistán, Rusia, Ucrania, Venezuela, Vietnam, Zimbabue, Siria, Moldavia, Túnez, Egipto y Siria. Sin embargo, él afirma: “no necesito que me atribuyan el mérito si no es merecido o no está documentado”.

Y añade: “yo no fui educado para hacer esto. Yo tenía una formación religiosa que me llevaba a querer transformar este mundo en un lugar mejor y en mejores condiciones que cuando lo encontré. El cómo hacerlo fue siempre un problema”.

No conoció personalmente a Einstein, pero sabía de su preocupación por la guerra, el genocidio nazi, la opresión, las dictaduras  y las armas nucleares. Le escribió dictándole: “me voy a negar a incorporarme a la guerra de Corea e iré a la cárcel por ello. Quería contarle que he escrito un libro sobre Gandhi, sobre tres casos muy diferentes entre sí acerca de la utilización de la lucha no violenta para la consecución de una mayor libertad a través de medios no violentos”. Einstein le respondió que tenía muchas esperanzas y que le habría gustado tomar la misma decisión que había tomado él. Leyó su manuscrito e hizo una introducción al mismo.

Gene cumplió nueve meses en prisión. “No creo que mi actitud sirviera para nada – reconoce – Sirvió simplemente para mantener mi propia integridad moral. Así que continué haciendo mi trabajo, que era lo realmente importante”.

Al escucharle pronunciar esta frase me conmovió. Efectivamente es necesario asegurar cada día, con cada decisión, nuestra integridad moral, haciendo de ella el punto de partida clave en la configuración de la propia identidad, y la mejor garantía de éxito en el desarrollo y trascendencia de nuestro trabajo.

Cuando Gene trabajaba en la Universidad de Harvard asistió a su conferencia un joven militar que estudiaba allí como investigador del ejército, el ahora coronel retirado Bob Helvey. En una sala llena de gente normal, sin anillos en la nariz, ni barbas desaliñadas, ni túnicas sucias – así se imaginaba Bob a los pacifistas -, vio a un hombre bajito y de voz amable que reivindicaba el término “lucha armada” para las revoluciones pacifistas y que dijo: “estamos aquí para aprender como arrebatar a otros el poder. Nuestras armas no matan, pero son más difíciles de contrarrestar. Son armas psicológicas, sociales, económicas y políticas. Un tipo de lucha más eficaz contra la opresión, la injusticia y la tiranía que la violencia”.

Aquellas palabras se quedaron prendidas en la memoria de Bob Helvey, al que enviaron a Vietnam poco después. Su experiencia allí le convenció de que tenía que existir una alternativa distinta, una que no consistiera en matar gente. Y desde entonces colabora con Gene, difundiendo sus teorías, y aportando la perspectiva militar al análisis de los conflictos.

Debido a las dificultades financieras, la organización opera en dos habitaciones de la casa de ladrillo de Sharp. Un filósofo, un exmilitar y Jamila Raqib, como directora ejecutiva de la fundación, están cambiando el mundo evitando miles de muertes innecesarias

YOTAMBIENSOY

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