Castidad (IV): CREADOS POR AMOR Y PARA AMAR

Diría que hay seis axiomas fundamentales en la educación afectiva y sexual (E.A.S.) cristiana. Seis premisas que nos ayudan a introducir a nuestros jóvenes en el dominio de su sexualidad desde la perspectiva cristiana.

Primer axioma: todo ser humano  ha sido pensado y creado por amor. Nadie viene al mundo por error o accidente. Esta sencilla verdad de fe para los cristianos, puede ser la tabla de salvación de muchos niños y jóvenes. ¡No se hacen una idea de cuántos han oído repetir que nacieron porque falló el DIU o el preservativo!

Muchos niños no se sienten deseados / queridos por sus padres. Algunos soportan discriminación y humillaciones por incluir en sus gestos, de forma involuntaria, ademanes habituales en el sexo contrario (lo que coloquialmente se llama “pluma” y que no es expresión de una homosexualidad latente). Otros se sienten usados y sucios por haber sido “dejados” tras haber tenido relaciones sexuales con su eventual pareja. Otros se sienten una porquería a causa de los abusos y/o el acoso padecidos.

 ¡Dios te ama incondicionalmente! No te conformes con migajas. El te pensó antes que nacieras y te amó desde el principio. ¡Tú vales infinito! Ya tienes a alguien (al menos uno, Dios) capaz de besar el suelo que pisas. No aceptes un amor que te humille o te utilice. ¡Eres una autentica y pequeña maravilla! Una persona de valor único. Deberíamos repetirles esto a nuestros hijos una y otra vez.

Deberíamos interiorizar el hecho de que su maduración pasa por que ellos alcancen su sitio en el mundo. También como hombre o mujer. A lo largo de las distintas edades y en conjunción con otros procesos de maduración, irán adquiriendo el principio de responsabilidad sobre su desarrollo personal y, en lo referente a la sexualidad, para que logren este objetivo sin dramas, tenemos que ayudarles a situarse frente a todos en tanto hombre o mujer necesitado/a de amar y ser amado, capaz de entregar y recibir amor.

La sexualidad humana tiene un sentido, un significado y una finalidad. Nuestros hijos necesitan descubrirlos. Saber que Dios es padre – su Padre -, que ha soñado con lo que serán el día de mañana y que se ha preguntado por la persona que colmará su corazón cuando sean adultos, forma parte la respuesta sobre sí mismos y su destino (¿por qué merece la pena haber nacido?) que alcanzarán cuando sean personas maduras.

Nosotros creemos en un Dios-familia, un Dios trinitario. El hombre es imagen y semejanza de este Dios, fruto del amor que vive la familia trinitaria, hecho para vivir el encuentro: con su Creador y Padre, con los otros hombres, con el resto de criaturas.

El ser humano madura interrelacionando con el entorno. El 1º encuentro que experimenta es con la madre. De ahí que este sea modélico en sus futuras relaciones, y también de ahí el daño infringido a los niños cuando son abandonados en edades tempranas por sus madres, y la perversión inherente a prácticas como el vientre de alquiler o la adopción de niños pequeños por varones homosexuales.

Sin embargo, no toda relación es un encuentro. Un encuentro supone mirar al corazón y a la esencia de las personas, estar presto a dar y dispuesto a recibir. Yo tengo unas posibilidades, tu otras, ambos recibimos activamente las posibilidades del otro y creamos un dialogo. ¡Este dialogo ya es un encuentro! Y de él, de la unión  a la que dé lugar, surgirá algo nuevo y fecundo.

Los niños son particularmente sensibles a la mirada del adulto que confía en ellos y en su potencial. Por eso es tan importante acogerles bien desde el principio. Teniendo presente la diferencia entre posibilidades y realidad, el que acoge con amor puede estar salvando vidas. Literalmente.

MartaCM

(En los siguiente artículos expondré otros axiomas en la E.A.S cristiana)

La diferencia sexual de nuestros cuerpos (hombre y mujer) expresa el sentido esponsal del cuerpo. Dios nos creo por amor. Como a hijos suyos, nos concedió la prerrogativa de participar en su facultad creadora pero no de cualquier manera. No se valen los desbarajustes pasionales, las imposiciones bárbaras o el egoísmo utilitarista. Estamos llamados a encontrarnos con el otro, a amarlo, abrazarlo, acogerlo y a crear vida POR amor y PARA amar.

 

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