Festividad del Corpus Christi

«Mi carne es verdadera comida, y mi Sangre verdadera bebida; el que come mi Carne, y bebe mi Sangre, en Mí mora, y Yo en él.» (Jn 6, 56-57)

Corpus Christi, en latín, “Cuerpo de Cristo” o Solemnidad del Cuerpo y la Sangre de Cristo, antes llamada Corpus Domini “Cuerpo del Señor”, es la principal finalidad de proclamar y aumentar la fe de los católicos con la presencia real de Jesucristo en el Santísimo Sacramento.

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La celebración de esta festividad, se lleva a cabo el jueves después de la solemnidad de la Santísima Trinidad, que a su vez tiene lugar el domingo después de Pentecostés, es decir el Corpus Christi, se celebra 60 días después del Domingo de Resurrección). Específicamente, Corpus Christi es el jueves que sigue al noveno domingo después de la primera luna llena de primavera del hemisferio norte; aunque en aquellos lugares en que no es festivo, se traslada al domingo siguiente.

En el siglo XIII había prácticas religiosas que eran tildadas de herejías por la jerarquía católica porque se apartaban peligrosamente de las enseñanzas doctrinales de la Iglesia. Estas prácticas convivían al mismo tiempo con ciertas creencias ancestrales de origen natural. La mayoría eran pervivencias atávicas de determinados rituales paganos, que tampoco tenían nada que ver con las enseñanzas de la Iglesia oficial, pero que el pueblo compaginaba con las prácticas cristianas.

Es en este contexto cuando nace la festividad del Corpus Christi. En aquella época, todas estas corrientes contradictorias y opuestas en el seno de la misma Iglesia católica acabaron estableciendo una verdadera guerra de milagros entre las diferentes posturas con el fin de validar la tendencia que cada uno defendía. La mayoría de estos hechos visionarios y milagrosos se centraban en el Sacramento de la Eucaristía y se acabaron convirtiendo en cruciales para defender los postulados oficiales emanados de la jerarquía eclesiástica.

Una de las herejías más divulgadas del momento, y uno de los detonantes originarios de la institución del Corpus, fue la profesada por Berenguer de Tours, que negaba la presencia real de Cristo en la Eucaristía. No hace falta decir que esta teoría no gustaba nada a la Iglesia oficial, cansada por otra parte de tantas heterodoxias, debates y polémicas religiosas y que veía entonces cómo alguien atacaba directamente uno de los postulados básicos de su doctrina.

La respuesta a este ataque contra el dogma de la Eucaristía fue extraordinariamente rápida. A través de la interpretación de las visiones de Juliana de Bethune, priora del monasterio de Mont Cornillon, próximo a Lieja, el obispo de esta diócesis, Robert Thorete, convocó un sínodo diocesano el año 1246 en el que se instituyó una festividad alegre en honor del Santísimo Sacramento. Esta nueva celebración, muy alejada del carácter austero del Jueves Santo, que era el día tradicional de exaltación de la Eucaristía, fue colocada el jueves después de la octava de Pentecostés y fue celebrada por primera vez el día 5 de junio de 1249. El Corpus, pues, nacía como una celebración local, circunscrita únicamente a la diócesis belga mencionada.

Un milagro ocurrido el año 1263 en Bolsena, donde, ante las dudas de un canónigo de que la hostia y el vino de la misa se convirtieran en el cuerpo y la sangre de Jesucristo, de unos corporales brotó sangre, fue el verdadero detonante que hizo que la festividad se extendiese por todas partes. Ante el hecho milagroso, el papa Urbano IV decidió ampliar a toda la cristiandad el proceso que él mismo había vivido e impulsado en Lieja.

Así, al año siguiente, fue instituida la solemne festividad, el 8 de septiembre de 1264 por este papa, mediante la bula Transiturus hoc mundo. A Santo Tomás de Aquino, se le encargó preparar los textos para el Oficio y Misa propia del día.

En el Concilio de Viena de 1311, el papa Clemente V dará las normas para regular el cortejo procesional en el interior de los templos e incluso indicará el lugar que deberán ocupar las autoridades que quisieran añadirse al desfile. Y en el año 1316, el papa Juan XXII introduce la Octava con exposición del Santísimo Sacramento.

Pero el gran espaldarazo vendrá dado por el papa Nicolás V, cuando en la festividad del Corpus Christi del año 1447, sale procesionalmente con la Hostia Santa por las calles de Roma e inicia la tradicional procesión y salida a las calles, del Santísimo Sacramento.

La festividad del Corpus Christi está unida a la tradición de confeccionar las alfombras florales ó de otros materiales como semillas, arenas ó serrín teñido, etc… En infinidad de localidades y en muchos pueblos, es habitual ésta costumbre de adorna sus calles con el colorido de miles de pétalos ordenados para formar vistosas imágenes en el suelo de sus calles. Otras utilizan los otros materiales pero la finalidad es la misma. Preparan sus calles para dejar el arte y dedicación de los autores de esas alfombras para hacer de esta celebración, algo muy especial, al igual que con las custodias, ostensorios, palios, carrozas, y otros objetos muy singulares, según en cada localidad.

alfombras Corpus Christi Logroño

Otra costumbre de igual sentimiento, es engalanar los balcones con flores y adornos o emblemas de entidades y asociaciones religiosas, que serán verdaderas exposiciones en los diferentes recorridos de cada localidad.

 

 

 

 

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