Santos: Benedicto II, papa; Pedro, Domiciano, Valeriano, obispos; Juvenal, Flavio, Flavia Domitila, Teodora, Eufrosina, Augusto, Agustín, Flavio, Cuadrato, Rufino, Saturnino, Euvaldo, Sixto, mártires; Alberto (labrador), confesor; Sereno, abad; Cenérico Inocencio, diáconos.
San Cenérico, diácono y monje.
En Cenomano (hoy Le Mans), en la Galia, San Cenérico, diácono y monje, quien, después de visitar los sepulcros de San Martín de Tours y de San Julián de Le Mans, pasó el resto de su vida en la soledad y en la austeridad (s. VII).
Junto con Sereno. Eran hermanos nacidos en Spoleto y decidieron hacerse benedictinos en Roma. No se quedaron mucho tiempo en esta ciudad por su aversión a los honores personales.
El papa Eugenio les consagró diáconos. Pasaron a Francia donde visitaron la tumba de San Martín de Tours y la de San Julián. En la diócesis de Mans, buscaron un lugar inhóspito, pero a Cenérico le pareció demasiado frecuentado y se separó de su hermano yendo a vivir a la soledad en Séez.
Como se le añadieran muchos discípulos fundaron la abadía de San Martín bajo la regla benedictina. Sereno vivió siempre como solitario; en el 630 se retiró en Saulges, en Maine, en la diócesis de Mans, donde se le acercaron muchos enfermos, e hizo mucha penitencia para aliviar sus males.