¿Misas aburridas? ¿Falta de formación de la Fe?

El cardenal Timothy Dolan, arzobispo de Nueva York, gran comunicador y persona de un humor excelente, concedió hace meses una entrevista en la que, entre otras cosas, respondía lo siguiente a una pregunta sobre “si la misa es aburrida”: “¿Cuántas veces, vosotros los padres, habéis oído decir a vuestros hijos, los domingos por la mañana cuando los lleváis a misa, que la misa es aburrida y que para eso es mejor quedarse en casa?¿Qué podemos responder ante una pregunta tan desafortunada, pero tan real y tal generalizada?

cardenal

Para empezar, simplemente respondemos que no, que no lo es, y en todo caso el problema del aburrimiento es más problema de uno mismo que de la misa. De hecho, hay muchas actividades importantes en la vida que son aburridas: ir al dentista es pesado, votar no es nada divertido. Pero estas dos cosas (cuidar los dientes y votar) son importantes para nuestro bienestar y su valor no depende de si los hacemos con euforia o no.

La misa es mucho más importante para la salud de nuestra alma que los dos ejemplos puestos del dentista y del voto.

Gracias a Dios, el valor de una persona o de un acontecimiento no depende de su tendencia a “aburrirnos” de vez en cuando. La gente y los acontecimientos importantes no existen para entretenernos o entusiasmarnos, a no ser que seamos unos niñatos o unos mocosos inmaduros.

Esto es especialmente verdad referido a la misa, al Sacrificio de la Misa. Sabemos por la fe que cada Misa es la renovación del acontecimiento más importante y más crítico que ha sucedido nunca: el sacrificio en una cruz del Hijo de Dios en el Calvario, un viernes llamado santo, hace ya dos mil años.

A Misa no vamos a divertirnos, sino a rezar, a alabar a Dios. Es cierto que si las flores son bonitas, la música es buena, si funciona la calefacción o el aire acondicionado, si la homilía es corta y llena de significado, todo ello ayudará. Pero el valor de la Misa no viene de esas cosas. Viene de nuestra convicción, basada en la fe, de que durante esa hora que dura la Misa somos parte del más allá, elevados a lo eterno, partícipes del misterio, mientras nos unimos al Señor en acción de gracias.

Lo que Jesús hace siempre funciona y nunca es aburrido. La Misa no es una tarea rutinaria y tediosa que hacemos por Dios, sino un milagro que hace Jesús con nosotros y para nosotros. En suma, si decimos que la Misa es aburrida o que se nos hace larga es porque nuestro amor es muy corto. ¡Piénsalo!

Esto que decía en la entrevista el Cardenal, nos viene muy bien para hacernos comprender correctamente, porqué a nuestros hijos les cuesta cada día más el acudir a la misa dominical, al encuentro con el Señor.

Hace años, los padres de los jóvenes, nos preguntaban cada domingo «de que color iba el cura» para comprobar de nuestra asistencia a la obligación dominical cuando ellos no nos acompañaban. Pero en la actualidad, ni semejante tontería se nos ocurre a los padres de hoy para hablar de ello con nuestros hijos.

Marta Caño Montejo

Y es que, como dejaba claro en su sección «YO TAMBIEN SOY IGLESIA» en el semanario PUEBLO DE DIOS, de nuestra querida amiga y colaboradora Marta Caño, hemos delegado la educación, valores y urbanismo (por lo menos así lo llamábamos antes) de nuestros hijos a los maestros y profesores y al mismo tiempo también hemos delegado la formación en nuestra Fe.

Como decía en el ejemplo puesto por Marta, salvo en el tiempo de catequesis para la primera comunión (dos años entre los siete y los nueve) y otros dos años para la confirmación (entre los catorce y los dieciséis), ¿Cuánto tiempo les dedicamos en casa a la formación en la fe y en valores de nuestros hijos? ¿Esperamos que con escuchar al sacerdote y al catequista (si lo llegan hacer), o con rezar el “Jesusito de mi vida” hasta cuando ellos solos dejan de hacerlo, vale?. Más bien poco o ninguno, hacemos lo posible para que nos acompañen a misa los domingos. ¿Rezamos en algún momento en conjunto toda la familia?, ¿Bendecimos las mesas antes de comer o cenar todos juntos? En definitiva ¿Enseñamos a nuestros hijos a ser buenos cristianos?

Como indicaba Marta, «la experiencia nos dice que ni tan siquiera en los colegios católicos privados o concertados, aseguran la formación cristiana de nuestros hijos. Ya casi no hay “monjitas” o “hermanos” en sus aulas y muchos profesores laicos adolecen de formación, e incluso de rectitud en su estilo de vida. ¿Cómo podrían transmitir aquellos valores cristianos que ellos mismos cuestionan o relativizan?»

Lo correcto sería que nos acompañaran a Misa los domingos, pues las homilías «unas más aprovechable que otras», les haría a veces reflexionar y nos llevaríamos motivos y deberes a casa para poder incluir en nuestro tiempo con ellos, la formación adecuada de nuestra fe, incluso de ampliar y mejorar la nuestra propia.

Dicha formación puede venirnos de la lectura compartida de un libro, incluida por supuesto nuestra biblia, de la visualización de una película, su posterior comentario, una charla sobre temas de actualidad, los colores y los tiempos litúrgicos, etc., etc., todo lo que favorezca a una buena formación y de paso, a la oración en familia formas específicas de buenos cristianos y buenos mimbres para el fomento de una buena familia cristiana.

Misas aburridas

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