Nada te turbe, sólo Dios basta

15 OCTUBRE: SANTA TERESA DE JESÚS. VIRGEN, DOCTORA DE LA IGLESIA.

 

Fundadora del Carmelo Teresiano

Nuestra Santa nace en Ávila el 28 de marzo de 1515 y fallece en Alba de Tormes, el 4 de octubre de 1582 a la edad de 67 años.

El retrato más fiel de la apariencia de Teresa es una copia de un original pintado de ella en 1576 a la edad de 61 años. Fray Juan de la Miseria pintó el rostro de santa Teresa sobre lienzo, que es el cuadro más parecido al aspecto original, por realizarlo con la protagonista delante de sus ojos, y con los pinceles en la mano.

Su confesor, Francisco de Ribera, trazó así el retrato de Teresa:

-Era de muy buena estatura, y en su mocedad hermosa, y aun después de vieja parecía harto bien: el cuerpo abultado y muy blanco, el rostro redondo y lleno, de buen tamaño y proporción;

– la tez color blanca y encarnada, y cuando estaba en oración se le encendía y se ponía hermosísima, todo él limpio y apacible;

-el cabello, negro y crespo, y frente ancha, igual y hermosa; las cejas de un color rubio que tiraba algo a negro, grandes y algo gruesas, no muy en arco, sino algo llanas;

-los ojos negros y redondos y un poco carnosos; no grandes, pero muy bien puestos, vivos y graciosos, que en riéndose se reían todos y mostraban alegría, y por otra parte muy graves, cuando ella quería mostrar en el rostro gravedad;

-la nariz pequeña y no muy levantada de en medio, tenía la punta redonda y un poco inclinada para abajo; las ventanas de ella arqueadas y pequeñas;

-la boca ni grande ni pequeña; el labio de arriba delgado y derecho; y el de abajo grueso y un poco caído, de muy buena gracia y color;

-los dientes muy buenos; la barba bien hecha; las orejas ni chicas ni grandes; la garganta ancha y no alta, sino antes metida un poco; las manos pequeñas y muy lindas.

-En la cara tenía tres lunares pequeños al lado izquierdo, que le daban mucha gracia, uno más abajo de la mitad de la nariz, otro entre la nariz y la boca, y el tercero debajo de la boca.

-Toda junta parecía muy bien y de muy buen aire en el andar, y era tan amable y apacible, que a todas las personas que la miraban comúnmente aplacía mucho.

Infancia

Teresa nació hacia las 5 de la mañana del miércoles 28 de marzo de 1515. Suele considerarse que nació en la ciudad de Ávila, pero es posible que naciese en la casa de campo del municipio de Gotarrendura, en la provincia de Ávila.

Es hija de Alonso Sánchez de Cepeda y de Beatriz de Ahumada. Ella recordará a sus padres como      virtuosos y temerosos de Dios. “Era mi padre hombre de mucha caridad con los pobres, de mucha verdad. Mi madre era de grandísima honestidad, muy apacible y de harto entendimiento”.

Familia numerosa. “éramos tres hermanas y nueve hermanos. Y un gran número de criados”. Era un hogar en que se favorecía la lectura y se fomentaba la piedad. Su padre procuraba buenos libros de romance para que leyesen sus hijos y su madre cuidaba los rezos y “en ponernos en ser devotos de nuestra Señora y de algunos santos”.

Todo esto ayudó a la niña Teresa a tener un despertar precoz a las cosas del espíritu. A los seis-siete años, la lectura del “Flos Sanctorum”, en compañía de su hermano Rodrigo, poco mayor que ella y muy querido, despertó en ellos el deseo del martirio que sufrieron muchos santos: “parecíame compraban muy barato el ir a gozar de Dios y deseaba yo mucho morir así”.

Ambos proyectaron la fuga a una tierra fabulosa de moros, “pidiendo por amor de Dios, para que allá nos descabezasen”.

Al no poder realizar sus sueños, jugaban a ser ermitaños. Y allí, impresionados por el “pena y gloria para siempre, gustábamos de decir muchas veces: ¡para siempre, siempre, siempre!”.

-El hogar estaba abierto también y vulnerable al dolor y a la soledad profunda. Don Alonso y sus hermanos tienen que afrontar un enojoso pleito para defender el propio título de hidalguía y para evitar cualquier acusación de “no limpieza de sangre” por el recuerdo negativo del abuelo paterno, el toledano don Juan, castigado en sus días por judaizante.

Teresa comenzó a sentir los primeros desgarros de separación con la salida de sus hermanos del hogar. Todos ellos, hacia América, menos Juan de Cepeda, el hijo mayor de don Alonso en sus primeras nupcias, que se enrola en los ejércitos del emperador Carlos V, y muere en las guerras de África en 1528.

Adolescencia

‘Educación de Santa Teresa’ (1735), de Juan García de Miranda

Tenía entonces Teresa 13 años, el comienzo de su adolescencia. Inteligencia muy despierta, afectividad equilibrada pero creciente. Ganas de saber y de leer. Imitando a su madre, “aficionada a libros de caballerías, Teresa se inicia en la lectura de los novelones de caballerías. Justo en este momento, a finales de noviembre de 1528, muere su madre a los 33 años; acababa de dar a luz a su última hija, Juana de Ahumada, a la que Teresa dedicará en su vida cariñosos desvelos.

Al morir su madre, Teresa tiene un gesto mariano: “Afligida fuime a una imagen de nuestra Señora (la Virgen de la Caridad en la ermita de San Lázaro) y suplicaba fuese mi madre, con muchas lágrimas”. A sus cincuenta años, Teresa confiesa que María había oído su petición, experimentando su cercanía maternal en su vida.

-Siguen dos años y medio, que luego, Teresa juzgará severamente. Pareció desvanecerse “la verdad de cuando niña”. El contacto con libros y personas poco favorables fueron la causa de ese bajón. La lectura de libros de caballerías, “si no tenía libro nuevo no me parece tenia contento”, comenzó a enfriar sus deseos. El trato frecuente con algunos primos y primas le llevaron al terreno de la vanidad de galas y perfumes, “comencé a traer galas y a desear contentar y a pasatiempos de conversación”, con riesgo de devaneos y amoríos.

Velaban por ella su padre y su hermana mayor, y al casarse ésta a mediados de 1531, don Alonso pensando en su joven agraciada de 16 años, la lleva de interna al convento-colegio de Las Agustinas de Gracia en el mismo Ávila. Cambio brusco que Teresa aceptó contrariada, pero pronto recobró la alegría y el rumbo espiritual, al contacto de personas sinceras y centradas en Dios y de buenas lecturas. La primera persona fue la monja doña María Briceño; con su ejemplo empezó a tener oración y contacto con el Evangelio.

Al cabo de año y medio, cae enferma y tiene que dejar el internado. En su convalecencia, pasa una temporada corta en la sierra, en Gotarredura con su tío don Pedro Sánchez, hombre espiritual y amigo de buenos libros de romance. Encuentro providencial, pues, entonces “vine a ir entendiendo la verdad de cuando niña, y la vanidad del mundo y cómo acababa en breve”.

Comienza entonces a pensar seriamente en su vocación, y se decanta por entrar carmelita en la Encarnación. Don Alonso, cada vez más unida a su hija, convertida a sus 18 años en una despierta ama de casa, se opuso decididamente a su ingreso. Así dos años, hasta el 2 de noviembre de 1535, en que, “muy de mañana”, haciéndose “una gran fuerza, cuando salí de casa de mi padre no creo será más el sentimiento cuando me muera”, la joven Teresa huye de su casa, y entra en el convento de la Encarnación.

Monja Carmelita en el Convento de la Encarnación

El monasterio de la Encarnación, extramuros de la ciudad de Ávila, será el centro de su vida durante 37 años. Edificio nuevo que albergaba una comunidad numerosa. Casi 200 personas entre religiosas y familiares. Las monjas provenían unas de familias pobres, y otras de la nobleza abulense. Éstas, Teresa era una de ellas, con sus dotes, podían gozar de habitaciones amplias y recibir en su compañía parientas o amigas. El grupo llevaba una vida de observancia ejemplar con una piedad marcadamente eucarística y mariana. La comunidad pasaba por momentos de gran pobreza.

Teresa asumió perfectamente el nuevo estilo de vida. Amaba y se hacía querer. Se entregó a las observancias del Carmelo con gran fervor, con admiración, veneración y cierta nostalgia por los orígenes del Carmelo, con los profetas Elías y Eliseo. Desde el principio sintió “gran contento de ser monja”, que no le faltaría nunca. Con ese contento y una gran determinación de ser esposa de Cristo, hizo su profesión religiosa el 3 de noviembre de 1537, a los 22 años.

Teresa comienza a sentir una llamada cada vez más fuerte a la vida interior a un trato íntimo con Dios. Inicia, sin darse cuenta el largo camino de la oración, con experiencias múltiples de encuentros amorosos con el Señor.

Cae gravemente enfaerma y se siente curada por San José

Al año de profesión, en el otoño de 1538, cae enferma de gravedad. En busca de curación pasa el invierno en Hortigosa con su tío Pedro y en Castellanos de la Cañada con su hermana María. Don Pedro pone en sus manos “El Tercer Abecedario”, de Francisco de Osuna, libro que va a guiar su oración por las vías del recogimiento interior. Leerá también “Los Morales” de San Gregorio, que con el ejemplo de Job le sostendrá en el tratamiento doloroso en extremo a que es sometida por la curandera de Becedas.

Su organismo se resintió ante el brutal tratamiento de Becedas. Traslada a casa de su padre, sufre en agosto de 1539 un grave colapso de cuatro días, sin dar señales de vida, con riesgo de ser enterrada, tragedia que evitó su padre. Siguieron tres años en estado casi paralítico en la enfermería, hasta 1542, en que se siente curada gracias a San José, curación que la convierte en apóstol del glorioso patriarca.

Durante todo este tiempo se mantiene fiel al compromiso personal de oración silenciosa: “Procuraba lo más que podía traer a Jesucristo, nuestro bien y señor, dentro de mí presente y ésta era mi oración” …

Se interesó que otras personas entraran en ese camino. Uno de ellos fue su propio padre y algunas monjas del convento, y algunos seglares. Es el inicio de un magisterio sobre la praxis oracional, que llegará más tarde en plenitud.

Crisis en la oración

Un magisterio que se suspende por unos años, son los años de crisis de oración de Teresa, que era crisis en esa vida de amistad total con el Señor. Visitas con habitual frecuencia en el locutorio, rompían excesivamente el recogimiento que la llamada a la intimidad del Señor requería. Ellas traen la sequedad, la falta de gusto, hasta la sensación de infidelidad a la llamada del Señor. Ello le llevó a dejar la oración particular durante un año por el año 1543, pareciéndole “era mejor andar como los muchos”. Fue la más peligrosa decisión, “el más terrible engaño”, dejar la oración.

Aconsejada por el dominico Vicente Barón, Teresa reanuda la práctica de la oración. No la abandonará ya más, a pesar de las dificultades y dudas que sufre durante una decena de años hasta el momento del encuentro transformador con el Señor en la Cuaresma de 1554. La crisis le ayudó a descubrir el verdadero rostro de Dios, cercano y generoso, que busca nuestra amistad, que sabe sufrir a un alma, que sabe esperar.

La larga crisis le ayudó a comprender en qué consiste la verdadera oración y cuáles son los obstáculos más importantes con que se enfrenta el orante. Teresa nos dice qué entiende por oración: No es otra cosa, a mi parecer, sino tratar de amistad estando muchas veces tratando a solas con quien sabemos nos ama. Oración es amistad y amor en ejercicio. Fallar en la amistad, aunque se aun poco, es el mayor obstáculo de la oración. Cuesta adentrarse.

Fue experimentando que la vida de oración es don de Dios, además de voluntad del hombre. Aplicando la fuerza de su voluntad, que era mucha, no logró desprenderse de sí misma, ni vivir una vida espiritual incondicional. Había que apoyarse más y totalmente en Dios: “Suplicaba al Señor me ayudase; más debía faltar de no poner en toda la confianza en Su Majestad y perderla de todo punto de mí”.

Convertida y preparada por el Señor para su misión

Aparición de Cristo crucificado a Santa Teresa de Jesús’ (1629), de Alonso Cano.

Y esa gracia la experimentó Teresa en 1554 ante la imagen de un Cristo llagado: “Arrojeme cabe él con grandísimo derramamiento de lágrimas, suplicándole me fortaleciese ya de una vez para no ofenderle…Paréceme le dije entones que no me había de levantar de allí hasta que él hiciese lo que le suplicaba”.

Y comenzó a experimentar un cambio profundo en su vida. Se siente convertida, salvada por el Señor. La lectura de las “Confesiones” de San Agustín le ayuda a comprender el misterio de Dios actuando en ella.

Esta conversión tendrá su complemento dos años más tarde con una gracia muy fuerte y pasivamente recibida. A la vez que Cristo imprime en su alma lo que quiere de ella con palabra viva, “no quiero que tengas conversación con hombres, sino ángeles (hombres centrados en Dios)” y opera en ella lo que le pide, liberándola de apegos a criaturas. Dios quiso “en aquel momento, que no me parece fue más, dejar otra a su sierva”.

Comienza a sí a sus 39-40 años una vida nueva en la que Dios se hace presente en su vida con fuerza de protagonista. Experimenta la verdad del Evangelio: “Haremos nuestra morada en el que me ama”. Siente igualmente la liberalidad de Dio, como “necesitado” de que reciba sus mercedes.

En momentos de especial soledad y ansiedad, como el ser abandonada por consejeros inexpertos, Cristo se le manifiesta con palabras y obras de fuerza: “No haya miedo, hija, que yo soy y no desampararé”. Y Teresa como testigo anuncia con fuerza: él es el “amigo verdadero y poderoso”. “¡Oh, quién diese voz por él, para decir cuán fiel sois a vuestros amigos! ¡Todas las cosas faltan; vos, Señor de todas ellas, no faltáis!”

Y cuando se siente desolada, cuando por la prohibición del inquisidor Valdés de 1559, se queda sin libros espirituales de romance que le han acompañado desde niña, Cristo le asegura en el hondón de su ser: “No tengas pena, que yo te daré libro vivo”. Es él mismo, quien por junio de 1560 irrumpe en su vida en intensa experiencia mística de fe, como Cristo resucitado.

La presencia del Resucitado llena su vida hasta el final con gracias que le sumergen en la vida de las tres Personas de la Trinidad y en el misterio de la Iglesia. De ahí que Teresa no acepta el parecer de letrados que aconsejan abandonar la humanidad de Cristo. Es un error, por experiencia sabe y proclama que en el centro más interior de su ser está la Trinidad y Cristo, y que Cristo es su vida.

Esta presencia del Resucitado curó radicalmente su afectividad, potenciado su capacidad de amar con amor perfecto, sin apegarse.

Fijo su modo de oración: Veía que, aunque era Dios…puedes tratar como un amigo, aunque es Señor”. Y le concedió la capacidad de entender y expresar en palabras las experiencias de Dios de que gozaba.

Quedaba preparada así para su misión carismática en la Iglesia: fundadora e iniciadora de un fuerte movimiento espiritual, y maestra, doctora, de la experiencia de Dios en la oración. Sólo faltaban gracias de dimensión apostólica que estaba para recibir.

La transverberación

Transverberatĭo,  significa «traspasar»;  es una experiencia mística que, ha sido descrito como un fenómeno en el cual la persona que logra una unión íntima con Dios, siente traspasado el corazón por un fuego sobrenatural.

“Vi a un ángel cabe mí hacia el lado izquierdo en forma corporal… No era grande, sino pequeño, hermoso mucho, el rostro tan encendido que parecía de los ángeles muy subidos, que parece todos se abrasan… Veíale en las manos un dardo de oro largo, y al fin del hierro me parecía tener un poco de fuego. Este me parecía meter por el corazón algunas veces y que me llegaba a las entrañas: al sacarle me parecía las llevaba consigo, y me dejaba toda abrasada en amor grande de Dios.

Era tan grande el dolor que me hacía dar aquellos quejidos, y tan excesiva la suavidad que me pone este grandísimo dolor que no hay desear que se quite, ni se contenta el alma con menos que Dios. No es dolor corporal, sino espiritual, aunque no deja de participar el cuerpo algo, y aun harto. Es un requiebro tan suave que pasa entre el alma y Dios, que suplico yo a su bondad lo dé a gustar a quien pensare que miento… Los días que duraba esto andaba como embobada, no quisiera ver ni hablar, sino abrasarme con mi pena, que para mí era mayor gloria, que cuantas hayan tomado lo criado.

Este acontecimiento, también conocido como el Éxtasis de Santa Teresa, ha tenido una gran relevancia en la devoción y el arte católicos. El papa Benedicto XIII estableció en 1726 la fiesta de la Transverberación del corazón de santa Teresa el día 25 de agosto.  Un fenómeno o una gracia mística que recibió varias veces en el monasterio de la Encarnación de Ávila y en otros sitios de la misma ciudad, como en la casa de su amiga íntima Doña Guiomar de Ulloa, en abril de 1560

Cuando el dulce Cazador

Me tiró y dejó herida

En los brazos del amor

Mi alma quedó rendida,

Y cobrando nueva vida

De tal manera he trocado

Que mi Amado para mí

Y yo soy para mi Amado.

Hirióme con una flecha

Enherbolada de amor

Y mi alma quedó hecha

Una con su Criador;

Ya yo no quiero otro amor,

Pues a mi Dios me he entregado,

Y mi Amado para mí

Y yo soy para mi Amado.

La visión del manto y del collar

En 1561. “días después de la asunción se le apareció la Virgen y San José en medio de una inmensa gloria, rodeados de muchos ángeles, la vistieron un manto blanco y la virgen tomándole las manos le dixo lo complacida que estaba y en señal de esto le puso al cuello un preciosísimo collar de oro, con una cruz pendiente”.  La Orden Carmelitana siempre consideró esta visión como la confirmación a sus deseos de reformar y fundar.

Nace en el año 1562 un nuevo carisma como fue la pequeña comunidad del Convento San José

En 1560 se abre la etapa final, de su misión carismática y apostólica, en la vida de Teresa. Tiene 45 años. Gracias de horizontes apostólicos sacuden su espíritu.

La primera llega con la “visión del infierno”. La liberó de sí misma y le hizo sentir una preocupación penosa por la salvación de los demás: “Las muchas almas que se pierden así de herejes, como de moros; aunque las que más le lastiman son las de los cristianos”

Desde ese momento está dispuesta a sufrir mil muertes “por salvar una sola alma de tan gravísimos tormentos”. Toma la decisión de hacer ella algo en esa tarea de salvar almas. Y “pensé que lo primero era seguir el llamamiento que su Majestad me había hecho a religión, guardando mi regla con la mayor perfección que pudiese”.

Esta determinación la lleva a buscar un estilo nuevo de vida y en un contexto nuevo. A iniciar una comunidad nueva. La lleva a fundar. En ese proceso fundacional, recibe la ayuda externa iluminando el camino a seguir:

-la referencia de María de Ocampo a ser “monjas a manera de las Descalzas”;

-la profundización del espíritu de la regla respecto a la pobreza por medio de María de Jesús Yepes,

-los consejos de consejeros espirituales, entre ellos el de Pedro de Alcántara.

Simultáneamente a ese estímulo exterior, tiene lugar la intervención íntima del Señor, que le ordena inicie la fundación: él le acompañará. Nace así un carisma nuevo en la Iglesia.

Mientras se prepara el pequeño convento de San José en Ávila, la conciencia apostólica de Teresa se concreta y encarna en la realidad de la Iglesia del momento; su atención pasa de la salvación de los pecadores en general, a la Iglesia real de su tiempo, a la “cristiandad”. Están ahí “las grandes necesidades, los grandes males, de la Iglesia. La grave e interpelante situación, que describe en 1566 en expresión urgente: “Estase ardiendo el mundo, quieren retornar a sentenciar a Cristo, quieren poner su Iglesia por el suelo”

Teresa descubre que vive una llamada de Dios para actuar activamente en ella, haciendo lo poco que era en ella. Nace así en Ávila, el 24 de agosto de 1562, la pequeña comunidad de San José. Teresa convoca con fuerza a sus hijas a unirse en esa misión urgente, imprimiendo un sentido apostólico a todos los elementos que componen el tejido de la vida del Carmelo renovado.

Teresa vive con intensidad la comunidad como comunión de fe. Las hermanas forman como el “colegio de Cristo”, un grupo alrededor del Señor, y Cristo es quien las congrega: “Él nos trajo aquí”. Él es el esposo y el amigo común; su amor y el amor de ellas á él es el vínculo que les une. Él las convoca para un mismo fin: una vida por la Iglesia. “Para eso os junto aquí; éste es vuestro llamamiento”.

-En la dimensión humana, Teresa crea algo nuevo dentro del modelo de comunidad religiosa. Se decanta por una comunidad pequeña, que facilite un clima de fraternidad, caracterizado por la sencillez, e igualdad en el trato, una fuerte comunicación interpersonal de amistad, cultivando las cualidades humanas y tratando de ser afables, agradables y conversables. El ritmo de vida que ella crea incluye momentos y espacios de soledad externa e interna dentro del monasterio, que les hacen sentirse “ermitañas” en sus celdas y a la vez, con tiempos dedicados al trabajo a la recreación.

Teresa educa a vivir aspectos de vida, hermanándolos con naturalidad

-Comunidades centrada en la oración, pero fundadas a la vez en la virtud

-Austeridad de vida, sí, pero controlando al “rigor en las penitencias”.

-La clave está en el amor, que es camino y meta. Y como directrices concretas para asegurar esa calidad de vida y de comunidad orante y apostólica, Teresa indica “tres cosas”:

-el amor unas con otras,

-el desasimiento de todo lo criado y

-verdadera humildad.

Así vive Teresa durante cuatro años (1562-1566), los “más felices de su vida”, en la pequeña comunidad de San José.

Resurrección de su sobrino

El milagro representado sucedió mientras se construía la primera fundación de la santa en Ávila.

En 1561, Gonzalo de Ovalle sobrino de la santa, hijo de su hermana Juana, niño de corta edad, apareció muerto en su casa de Ávila, que se estaba adecuando para convento carmelita. El niño volvió a la vida tras las oraciones de la Santa. Pintura de Luis Madrazo.

Abierta al amundo de las Misiones

Una nueva gracia apostólica le abre en 1566 al mundo de las misiones. Su visión apostólica, que hasta ese momento parecía concentrarse en el marco de herejes, moros y cristianos, se extiende a la totalidad del misterio de la Iglesia y del mundo, con apertura al mundo misionero. La ocasión y fecha del cambio, es el encuentro, a finales del verano de 1566 con el franciscano Alonso Maldonado, misionero que llegaba de México. Sus palabras presentan ante sus ojos un panorama nuevo para ella. Tierras conquistadas, pero no evangelizadas. Se produce una sacudida interna muy fuerte en Teresa. De nuevo brotan en su espíritu deseos inmensos de hacer algo, con oraciones y lágrimas. Es la obra “que más aprecia el Señor” y por tanto más deseable que la gracia del martirio”.

Madre de una Familia Religiosa de mujeres y varones (1567)

La respuesta a sus deseos y oraciones le llega con la visita a Ávila, en la primavera de 1567, del general de la orden, padre Juan Bautista Rubeo. El general recibió una impresión inmejorable de la comunidad de San José, comprendió sus aspiraciones apostólicas y decidió apoyar la “manera de vivir” implantada por la santa.

Un reto aparece entonces antes los ojos de la madre: multiplicar pequeños conventos como el de San José y asociar a su obra a comunidades de frailes, con el mismo estilo de hermandad y finalidad apostólica.

La monja andariega

El 27 de abril de 1567, Rubeo extendía patentes para que Teresa pudiera fundar monasterios de monjas en Castilla. El 10 de agosto de 1567, el general otorgaba licencia para la fundación de dos casas de frailes con iglesias en Castilla en la línea que apuntaba la monja de Ávila.

Teresa a sus 52 años se pone en marcha por los caminos de España. Bajo su impulso fueron naciendo los carmelos femeninos, hasta llega 17 con la apertura del último en Burgos en 1582.

Ella tomó la iniciativa de buscar candidatos varones para el Carmelo masculino. Los dos primeros serían el prior de Medina, Antonio de Heredia, de 57 años, y el joven misacantano Juan de Santo Matía, que luego se llamaría Juan de la Cruz. De 25 años, Juan de la Cruz sería iniciado personalmente en el nuevo estilo de vida por Teresa misma, muy interesada en que llevase “bien entendidas todas las cosas”. Él, el maestro insigne spiritual, se convertirá en el cofundador del Carmelo Teresiano. La primera comunidad de varones, de tres religiosos, se abre en la pequeña aldea de Duruelo, el 28 de noviembre de 1568.

Teresa desarrolla una actividad extraordinaria. Con enfermedad en el cuerpo, relacionándose con naturalidad con personas de todas las clases sociales, luchando contra prejuicios del momento sobre la mujer.

Mantiene simultáneamente una vida interior de oración intensa, experimentando que Dios se comunica por muchos caminos y que “en la misma enfermedad y ocasiones es la verdadera oración, cuando es alma que ama” y en medio de las ocupaciones, “entre los pucheros anda el Señor”.

Esa vivencia de Dios le hace repetir que la nueva familia es “obra suya”, de todas cuantas maneras lo queráis mirar, entenderéis ser obra suya”.

Fundaciones Teresianas

Fundadora de monjas, y también de frailes, recorrió más de seis mil kilómetros por aquellos maltrechos caminos españoles del siglo XVI.  Sus conventos fueron levantándose a un ritmo prodigioso: Medina del Campo (1567), Duruelo (Ávila) (1568), Malagón (1568), Valladolid (1568), Toledo (1569), Pastrana (1569), Salamanca (1570), Alba de Tormes (1571), Segovia (1574), Beas de Segura (1575), Sevilla (1575), Caravaca (1576), Villanueva de la Jara (1580), Soria (1581), Palencia (1581) y Burgos (1582).

Teresa desplegó sus extraordinarias cualidades personales para sortear obstáculos de toda índole.  A los insuficientes recursos económicos se le unían los problemas para conseguir las licencias, la dureza de los viajes, la búsqueda y acondicionamiento de las casas, su mala salud… Sospechosa por ser de origen judeoconverso, mujer y mística, fue denunciada en varias ocasiones a la Inquisición que, en 1575, abrió un proceso contra ella y sus monjas en Sevilla, del que salieron absueltas.

Encontró detractores en la nobleza y la burguesía, también en la Iglesia.  Incluso en su propia orden la situación se hizo insostenible y, tras un doloroso proceso, las fundaciones teresianas se desgajaron de ella en 1580, naciendo así el Carmelo Descalzo.  Y es que Teresa puso en jaque los valores por los que se regía aquella sociedad.

Mujer siempre envuelta en mil conflictos y necesidades, su astuta diplomacia y célebre pericia en el mundo de los negocios fueron decisivas para su éxito.  Pero el auténtico motor de su hazaña fue su deseo de servir al Amigo, a quien permanecía íntimamente unida.  De una inquebrantable fe y un apasionado amor brotaron el coraje y la fortaleza para vencer toda adversidad.

Para Teresa, cada fundación era una auténtica epifanía.  Dios iba extendiendo su reino a medida que se inauguraban las nuevas comunidades.  Y lo hacía valiéndose de la insignificancia social de una mujer.  El espíritu del mal se oponía a ello, sembrando el camino con tantas y tantas contrariedades.  Pero el poder de Dios es siempre más fuerte.  Su luz y su bondad triunfaban cada vez que un nuevo Carmelo nacía.

A Teresa se le acabó la salud y la vida en el servicio de Dios y de la Iglesia.  Estaba convencida de la importante misión eclesial que se llevaba a cabo en sus casas de oración.  Entendía que la oración, desde la transformación de la propia persona, como onda expansiva alcanza a todos los rincones de la tierra.

Provincia Independiente para «los Descalzos» (1581)

El ritmo creciente de fundaciones hizo que Roma decidiera la erección de una provincia independiente para los descalzos y descalzas, dentro de la Orden del Carmen. La decisión de Roma se ejecutó en el capítulo provincial de Alcalá, celebrado en marzo de 1581. Se promulgaron Constituciones para Descalzos y Descalzas y se nombraron superiores propios, con el padre Jerónimo Gracián, como primer provincial.

Teresa vio abrirse con ello una etapa de paz entre calzados y descalzos y de ilusionadas perspectivas para el futuro. Y la madre fundadora lanza un gran mensaje para todos, frailes y monjas: “Por eso, hermanos y hermanas mías, prisa a servir al Señor”. Y unas consignas que resuenan a lo largo de la historia:

-enraizados en el pasado: “Pongan siempre los ojos en la casta de dónde venimos, de aquellos santos Profetas”

-en camino de renovación continua: “Ahora comenzamos y procuren ir comenzando siempre de bien en mejor”.

Su muerte

Un año y medio más tarde, finalizada la fundación de Burgos y después del gozo de ver a sus hijos, los frailes partir como misioneros al Congo, Teresa llega a su fin.

En Alba de Tormes, en actitud humilde y confiada, invocando la misericordia del Señor; con gratitud en su alma por algo central en su vida: “Gracias, Señor, soy de la Iglesia” y con el deseo del encuentro cara a cara con el Señor: “Hora es ya, Esposo mío, de que nos veamos”.

Muere avanzada la tarde del 4 de octubre de 1482. El día siguiente, debido a la reforma gregoriana del calendario, será 15 de octubre.

Relíquias y traslados

En el lugar donde estaba la casa de la santa en Ávila, se construyó en el siglo XVII el Convento de Santa Teresa.

Nueve meses después de la muerte de Teresa, ocurrida el 4 de octubre de 1582, y enterrado su cuerpo en el Convento de la Anunciación en Alba de Tormes, abrieron el ataúd y comprobaron que el cuerpo estaba entero y los vestidos podridos. Antes de devolver el cuerpo al cofre de enterramiento le diseccionaron una mano que envolvieron en una toquilla y la llevaron a Ávila.

Tres años después del fallecimiento, la Orden de los Carmelitas Descalzos mandó llevar el cuerpo a Ávila, así que fue exhumado el 25 de noviembre de 1585. Se trasladó el cuerpo incorrupto a Ávila, donde se lo colocó en la sala capitular, aunque sin un brazo que se quedó en Alba de Tormes para compensar de la pérdida, como reliquia, a pedido de las monjas.

Este traslado no contó con la aprobación de los duques de Alba de Tormes, quienes echaron mano de su poder para recuperar el cuerpo, consiguiéndolo en 1586.

A través del nuncio en España, el papa Sixto V dio la orden, bajo pena de excomunión de que el cuerpo fuera inhumado de nuevo en su sepulcro primitivo de Alba de Tormes, continuando incorrupto.

El 23 de agosto (de 1586), como a las ocho de la mañana, ya estaba el santo cuerpo en las monjas de Alba (P. Silverio). El sepulcro de Teresa de Jesús está custodiado por nueve llaves, de las que tres están en posesión de la Casa de Alba.

Después de estos hechos no la volvieron a trasladar más, pero se sacaron varias reliquias dispersas en Roma Lisboa, Ronda, París, San Lúcar de Barrameda y otros muchos lugares.

El milagro de la incorrupción de su cuerpo. Forma parte de su “glorificación” este gran milagro que precipitó su canonización. Por primera vez fue abierto el sepulcro el día 4 de julio de 1583 (había muerto el 4 de octubre de 1582) y vieron que “estaba todo el cuerpo entero sin falta de cosa alguna, y tan grueso como si acabara de expirar”, dice el P. Ribera.

Un momento de la gran verdad de la incorrupción fue cuando le extrajeron el corazón en 1591 antes de comenzar los Procesos de beatificación y canonización, operación hecha por dos cirujanos de Salamanca y ante el obispo. Al presente está en este convento (Alba de Tormes) en un viril de plata”. Y lo más curioso es que se lo entregó a una monja y “sintió que la mano derecha en que le tenía le daba pulsadas”.

El bastón o báculo de Teresa de Jesús es una reliquia que se convirtió en símbolo del camino espiritual de la propia Santa Teresa.

La Santa, Madre y Maestra

Los santos no mueren, rebasan su tiempo y se perpetúan. A los seis años de su muerte en 1588, fray Luis de león edita sus obras fundamentales. La Iglesia reconoce muy pronto oficialmente su santidad. Pablo V la Beatifica el 24 de abril de 1614 y Gregorio XV la canoniza el 12 de marzo de 1622.

Llegan pronto los Patronazgos

En 1617 las Cortes de Castilla a instancias de los devotos teresianos, la declaró Patrona de España e Indias. Sin embargo, los jacobeos, apelaron a que Santa Teresa aún no estaba canonizada y defendieron que el Patrono de España era Santiago, desde tiempo inmemorial, y sobre todo a partir de la invasión musulmana. Por ello pasó a ser Copatrona. En 1627, tan solo cinco años después de la canonización, la Santa Sede le reiteró el título de Copatrona. Junto al Señor Santiago El Mayor y la Inmaculada Concepción (Patrona y Emperatriz de España e Indias), su celebración pasó a ser una de las tres principales en las cortes hispánicas.

Dada su El culto a Santa Teresa fue tan fuerte en las Indias, que el Rey Felipe IV en 1640, por cédula real la proclamó Copatrona de la Capitanía General Reino de Guatemala,

-Patrona de los escritores, declarada por Pablo VI

Lo característico y fundamental en Santa Teresa después de su muerte es la universalidad de su magisterio espiritual, es

-la “madre de los espirituales”

Es la “mensajera del Señor: “Regis superni nuntia”

-es la iniciadora de un verdadero movimiento espiritual.

-Maestra en la Iglesia.

Si la Iglesia no confirmaba el hecho declarándola “doctora” era por algo extrínseco: el hecho de tratarse de una mujer (“obstat sexus”).Y Pablo VI da el paso final. El 27 de septiembre de 1970 la declara “Doctora” de la Iglesia.

Y al comienzo del Tercer Milenio, Juan Pablo II presenta a Teresa, como testigo, junto con San Juan de la Cruz, de que la vocación humana, la “unión con Dios” por amor, es posible para todos. Es lo que Santa Teresa buscó, gozó y anunció en su vida, y lo que continúa anunciando en sus escritos.

Sus escritos

Jesucristo se convertiría en su maestro interior.  Experiencia hecha sabiduría, a Teresa le urgía comunicarla, «engolosinar las almas de un bien tan alto».  Y la empedernida lectora se transformó en apasionada escritora.

La futura doctora de la Iglesia escribía sabiendo que su obra la debía revisar y aprobar un censor eclesiástico.  Era consciente de que una mujer escritora sería mal vista, más aún si pretendía enseñar.  Y, por si fuera poco, al tratarse de unos escritos de contenido espiritual, la Inquisición podía condenarla por hereje.  Eran «tiempos recios» que condicionarían su obra y la obligarían a agudizar su ingenio.  Con el fin de ganarse la benevolencia del censor, no escatimó palabras para darle a entender que ella era la primera contrariada, que escribía por obediencia y que se reconocía inculta, pecadora e inepta.

A pesar de que escribió bastantes poesías, Teresa es hoy una figura eminente de la literatura principalmente por su prosa.  Toda su obra tiene carácter autobiográfico, aunque es posible encontrar en ella otros géneros literarios, como el didáctico, el tratado espiritual o la crónica.  Escribió la santa abulense desde su experiencia concreta, sin dogmatismos ni planteamientos abstractos.  Este ejercicio de escritura le permitió revivir sus experiencias y reflexionarlas.  En esa ardua lucha interna por expresarse, se esclarecía a sí misma.  Las palabras sobre el papel confirmaban la realidad de lo vivido.

La dificultad para expresar su mística con un lenguaje siempre limitado fue un auténtico quebradero de cabeza para Teresa.  Su maestría y la novedad de las soluciones que aportó a la expresión escrita le valen el calificativo de “creadora” de la lengua.  Tuvo la genialidad de concebir un sistema y presentarlo con un estilo encantadoramente sencillo.  De hecho, sus páginas rezuman espontaneidad y frescura.

Mucho se ha escrito desde entonces sobre Teresa, lo mejor es siempre leerla a ella.  Sus obras son:

Obras Mayores:

  1. Autobiografía: Vida

La escribe por obediencia para iluminar a sus directores en el periodo más difícil de su vida: 1562-1565.

  1. Camino de Perfección:

La autobiografía no era para todos. El P. Báñez, le manda escriba esta obra. Lo hizo entre 1564-67.

  1. Castillo interior:

Es su mejor obra. Completa el Camino. Escrita por obedecer al P. Gracián. La escribió del 2 de junio al 29 de noviembre de 1577. Tenía 62 años.

  1. Las fundaciones:

Escrito en varias etapas. Histórico.

Obras Menores:

  1. Relaciones espirituales: 66, sirven para dar a conocer su vida interior a los confesores.
  2. Pensamientos sobre el amor de Dios: Un breve tratado sobre el Cantar de los Cantares En 1571 lo presentó al P. Diego Yagúes, O.P., y lo quemó, pero había copias y pudo salvarse.
  3. Exclamaciones del alma: 1567. Sentimientos espontáneos, después de la comunión.
  4. Constituciones para las Monjas. Son un monumento de experiencia. En 1567 las presentó al P. Rubeo.
  5. Modo de visitarlos conventos: Por obediencia al P. Gracián lo escribió entre 1576-1580.
  6. Poesías: Sin preocuparse demasiado de rimas. Desahogo del corazón y alegría para las Hermanas.
  7. Cartas- Epistolario: Son muchas (unas 500) y muy importantes y tratan de los temas más variados.
  8. Avisos y escritos varios: Atribuidos a la Santa y escritos en diversas épocas de su vida.

Maestra de oración

Los capítulos 11 a 23 del libro de La Vida son un tratado de oración clásico y único, donde Teresa compara los niveles de oración con cuatro formas de regar un huerto. Las flores que este dará son las virtudes

Los grados de oración

  1. Riego acarreando el agua con cubos desde un pozo.

Corresponde con la oración mental, interior o meditativa, que es un discurso intelectual sin repetición de oraciones aprendidas. Se trata de recoger el pensamiento en el silencio, y evitar las continuas distracciones. La definición de Teresa de oración mental está recogida en el Catecismo de la Iglesia católica: « que no es otra cosa oración mental, a mi parecer, sino tratar de amistad, estando muchas veces tratando a solas con quien sabemos nos ama» (Vida, 8, 5). Es la etapa que más esfuerzo personal requiere para tomar la decisión de iniciar este camino.

  1. Riego trasegándola con una noria.

Oración de quietud: también llamada contemplativa. La memoria, la imaginación y razón experimentan un recogimiento grande, aunque persisten las distracciones ahonda la concentración y la serenidad. El esfuerzo sigue siendo personal, se comienza a gustar de los frutos de la oración, lo que nos anima a perseverar.

  1. Riego con canales desde una acequia.

Oración de unión: el esfuerzo personal del orante es ya muy pequeño: memoria, imaginación y razón son absorbidas por un intenso sentimiento de amor y sosiego: «el gusto y suavidad y deleite es más sin comparación que lo pasado» (Vida 16,1).

  1. Riego con la lluvia que viene del cielo.

Éxtasis o arrobamiento: se pierde el contacto con el mundo por los sentimientos. «Acá no hay sentir, sino gozar sin entender lo que se goza» (Vida 18, 1), se pierde incluso la sensación de estar en el cuerpo y cualquier posible control sobre lo que nos acontece. Corresponden con las descripciones de levitación.

En el libro Castillo Interior (o Las Moradas) detalla las etapas de la oración en 7 pasos. Describiendo el alma como un castillo de cristal o diamante al que se entra por medio de la oración y en el que se van recorriendo diversas moradas.

Teresa insiste en perseverar en la oración con humildad frente a Dios sin exigir o buscar experiencias sobrenaturales: « importa mucho entender que no a todos lleva Dios por un camino; y, por ventura, el que le pareciere va por muy más bajo está más alto» (Camino de Perfección 27,2).

O dicho de otra forma: «el verdadero humilde ha de ir contento por el camino que le llevare el Señor» (Camino de Perfección 15, 2).

La Orden de los Carmelitas Descalzos (OCD)

La reforma del Carmelo Descalzo se constituyó en Orden independiente con las Bulas “Cum dudum” 1594 y “Romanum Pontificem” (1603), de Clemente VIII.

Los Carmelitas descalzos se dividen en tres ramas: frailes (Primera Orden), monjas contemplativas (Segunda Orden) y hermanos terceros o seglares (de la Venerable Orden Tercera de los Carmelitas o del Carmelo Seglar que aparecen con carácter oficial en las Bulas constitutivas de Clemente VIII.

El  ideal de la Reforma Teresiana se plasmará en las Constituciones de la Santa, redactadas en vista a las nuevas fundaciones y aprobadas por el General Rubeo en 1568. En 1581 se reunirá en Alcalá de Henares el primer Capítulo Provincial de los Descalzos, constituidos en Provincia independiente con el breve “Pía consideratione” de Gregorio XIII del 22 de junio de 1580.

En dicho Capítulo se promulgaron las Constituciones para las monjas. La Santa había trabajado en estas leyes, pidiendo observaciones a todas sus comunidades; observaciones cribadas por ella misma antes de trasmitírselas al Provincial Fray Jerónimo de la Madre de Dios (Gracián), probable autor de la redacción del texto complutense de 1581.

-En 1585 fue elegido Provincial el P. Nicolás (Doria) que intervino las Constituciones de 1581. Santa Teresa ya había fallecido (1582) y el P. Nicolás alteró las leyes dadas por ella y por el Capítulo de Alcalá (1581) sobre el gobierno, confesores, visitas canónicas y elecciones en los monasterios. También suprimió la dedicatoria de las Constituciones a la “Madre Teresa” y la carta introductoria del P. Gracián.

Tras diversas oposiciones (Ana de Jesús, María de San José, P. Gracián) y conflictos, en 1592 el P. Doria promulga unas nuevas Constituciones, introduciendo todas las normas jurídicas que quiso.

Este texto legislativo se impuso en todos los Carmelos y fue la norma de vida hasta 1926, en que se revisaron para adecuarlas al nuevo Código de Derecho Canónico de 1917.

La revisión se hizo entonces con extremo cuidado, “por el temor de que fuese alterado el venerado texto que la Santa Madre, inspirada del Cielo, había con tanta precisión compuesto y observado”, afirmaba su Prepósito General.

San Juan Pablo II   1990 y 1991

En 1990, San Juan Pablo II aprueba unas nuevas Constituciones a partir de la revisión de las de 1926. De nuevo, la promulgación de un nuevo Código de Derecho Canónico (junto al decreto conciliar Perfectae caritatis sobre la adecuada renovación de la vida religiosa) impele a renovar los textos constitucionales de las Carmelitas Descalzas.

Estas Constituciones fueron propuestas por las Prioras de San José, primera fundación teresiana, y del Cerro de los Ángeles, primera fundación de Santa Maravillas de Jesús. La preocupación de las Prioras, que hablaban en nombre de más de noventa monasterios, era la que se esconde tras la cuestión: ¿Dio Santa Teresa normas de vida religiosa válidas únicamente para su tiempo? Resulta difícil contestar afirmativamente, si se observa el empeño de la Santa en guardar la observancia y fidelidad a la Regla y las Constituciones.

No todos los Carmelos femeninos tenían este mismo sentir. Como señalaba Juan Pablo II, la problemática correspondía “más bien a diversas modalidades de interpretar la adaptación a las cambiadas condiciones de los tiempos y de formular la legislación de los Institutos religiosos, cuya aprobación es competencia exclusiva de la Santa Sede.

Se trata, por tanto, de apreciaciones diferentes que nacen de una misma voluntad de fidelidad al Señor, y que la Santa Sede ha querido respetar, así como respeta la libertad que cada monasterio tiene de optar por uno u otro de los textos constitucionales aprobados”.

En 1991 serán aprobadas las Constituciones de los monasterios que deseaban una mayor suavización de la vida conventual. Éstos guardan vínculo jurídico con el Prepósito General de los Carmelitas Descalzos.

Y he aquí que en el seno del Carmelo Descalzo femenino se han abierto dos caminos de perfección, ambos aprobados por la Iglesia. Ante esta encrucijada queda la elección de las llamadas por Jesucristo.

De la Carta de Juan Pablo II a las Madres Carmelitas Descalzas (1991):

“La Santa Sede, respondiendo a la petición de un grupo de monasterios, aprobó el 8 de diciembre de 1990 un texto de Constituciones para las Carmelitas Descalzas y dejó libertad para que otros monasterios de la Orden pudieran adoptarlo como norma de vida.»

LA ACTUALIDAD DE LOS CARMELITAS

Carmelitas de la Antigua Observancia o «Calzados»

En el 1592 esta reforma, llamada de los «Carmelitas Descalzos» o «Teresianos» se hizo independiente de la Orden Carmelita. Se tienen así dos Órdenes del Carmelo: la de «Los Carmelitas», llamados también de la «Antigua Observancia» o «Calzados», y la de «Los Carmelitas Descalzos» o «Teresianos», que consideran a Santa Teresa de Jesús como su reformadora y fundadora.

Actualmente la Orden Carmelita (rama de religiosos) está formada por Provincias, Comisariados Generales, Delegaciones Generales, Comunidades de Ermitaños y una Comunidad Afiliada, con un total de 2,000 religiosos aproximadamente. Se encuentran en todos los continentes.

Carmelitas Descalzos o Teresianos

El Carmelo Descalzo cuenta en la actualidad con 4.000 frailes en todo el mundo, de los que cerca de la mitad se encuentran en Europa y, de ellos, cerca de 400, en España, entre los 270 de la Provincia Ibérica y el centenar de la provincia de Navarra.

En La Rioja: 2 conventos: Calahorra (El Carmen) y Logroño (parroquia de Carmelitas)

LAS CARMELITAS DESCALZAS EN ESPAÑA

Convento «Mansión de Paz» en Cabretón

En la parte española de la Zona (OCD) – Orden Carmelita Descalza,  Península Ibérica, son cinco Federaciones:

– Virgen del Carmen, de Andalucía, (17 monasterios con 172 hermanas)

-San Juan de la Cruz, de Aragón-Valencia, (13 monasterios y 161 hermanas)

-San José, de Castilla-Burgos, (19 monasterios federados con 218 hermanas)

– Nuestra Señora de Montserrat, de Cataluña-Baleares (4 monasterios federados y 49 hermanas)

-San Joaquín, de Navarra. (14 monasterios y 186 hermanas)

De los casi 140 Monasterios de Carmelitas Descalzas que actualmente existen en España, 79 se rigen por las Constituciones de 1991, de los cuales 67 están federados y 12 nunca lo han estado, o en su día se salieron de la Federación a la que pertenecían.

La edad media de las Hermanas es de 69,17 años y el número medio por comunidad es de 11,7, aunque hay comunidades de tres y cinco, así como otras se componen de más de 15. En los últimos 6 años se han llevado a cabo cuatro fusiones de monasterios y una supresión.

En La Rioja hay cuatro conventos: Cabretón, Tricio, Logroño y Calahorra. Las Carmelitas llegaron a Logroño en 1651

Carmelitas Descalzas en el mundo

Hay monasterios carmelitas en gran parte de Europa y en los restantes cuatro continentes con aproximadamente 750 monasterios y comunidades de monjas carmelitas descalzas, que suman unas 10.000 en todo el mundo.

Carmelitas Calzadas o de la Antigua Observancia

Existen unos 60 conventos con 800 monjas de la antigua observancia de la orden (carmelitas calzadas).

Escudo de los Carmelitas

En el centro de color marrón (Monte Carmelo), se encuentra una estrella plateada, que representa a la Stma. Virgen María.

El fondo blanco de la parte superior significa que el profeta Elías contemplo a la Stma. Virgen María en una nubecilla blanca, en el mismo fondo se posan dos estrellas, representan a dos grandes profetas. Elías y Elíseo.

En la parte superior del escudo se encuentran doce estrellas las cuales significan la corona de la Stma. Virgen María,

De la corona que se encuentra en la parte superior del Escudo sale un brazo que sujeta una espada, se le atribuye al Santo Patriarca Elías, con la que dio muerte a los falsos profetas de Baal.

A la vuelta de la espada hay una inscripción en latín que dice: ZELO ZELATUS SUM PRO DOMINO DEO EXERCITUUM, me abrazo, me consumo de celo por el Señor Dios de los Ejércitos.

La influencia de Santa de Teresa en Camino de San Josemaria

Esa influencia de santa Teresa en el modo de escribir del fundador del Opus Dei, se asoma, además, en varios puntos de Camino en los que cita a la santa de Ávila.

Voluntad. —Energía. —Ejemplo. —Lo que hay que hacer, se hace… Sin vacilar… Sin miramientos…

Sin esto, ni Cisneros hubiera sido Cisneros; ni Teresa de Ahumada, Santa Teresa…; ni Iñigo de Loyola, San Ignacio…

¡Dios y audacia! —»Regnare Christum volumus!»

Camino, 11

Hombre libre, sujétate a voluntaria servidumbre para que Jesús no tenga que decir por ti aquello que cuentan que dijo por otros a la Madre Teresa: «Teresa, yo quise… Pero los hombres no han querido».

Camino, 761

Niño audaz, grita: ¡Qué amor el de Teresa! —¡Qué celo el de Xavier! —¡Qué varón más admirable San Pablo! —¡Ah, Jesús, pues yo… te quiero más que Pablo, Xavier y Teresa!

Camino, 874

No pidas a Jesús perdón tan sólo de tus culpas: no le ames con tu corazón solamente…

Desagráviale por todas las ofensas que le han hecho, le hacen y le harán…, ámale con toda la fuerza de todos los corazones de todos los hombres que más le hayan querido.

Sé audaz: dile que estás más loco por El que María Magdalena, más que Teresa y Teresita…, más chiflado que Agustín y Domingo y Francisco, más que Ignacio y Javier.

Camino, 402

De San José dice Santa Teresa, en el libro de su vida: «Quien no hallare Maestro que le enseñe oración, tome este glorioso Santo por maestro, y no errará en el camino». —El consejo viene de alma experimentada. Síguelo.

Camino, 561

Una mala noche, en una mala posada. —Así dicen que definió esta vida terrena la Madre Teresa de Jesús. —¿No es verdad que es comparación certera?

Camino, 703

Despacio. —Mira qué dices, quién lo dice y a quién. —Porque ese hablar de prisa, sin lugar para la consideración, es ruido, golpeteo de latas.

Y te diré con Santa Teresa, que no lo llamo oración, aunque mucho menees los labios.

Camino, 85

 

Compilación de D. Víctor Jadraque

Presbítero y párroco de Alberite (La Rioja)

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