Otra vez de vacaciones.

Estamos de nuevo en pleno verano y nuestra rutina laboral cambia en todos los órdenes: las vacaciones escolares, los niños y no tan niños por casa, los horarios se cambian, los días son más largos, las noches más cortas, incluso algunos privilegiados tienen la dicha de pasar algunos días fuera, en el pueble de origen, en la playa elegida, en la montaña.

vacaciones divinasEl verano es tiempo de buscar algún descanso, de tomar algunos días de vacaciones, cambiar y dejar la rutina diaria, aunque tampoco pasa nada si no se toman, y siga todo con el habitual ritmo del día a día.

Pero para muchos, cuando llega el verano, la vivencia de la fe se viene abajo o por lo menos bajo mínimos y son muchos los que descuidan la participación eucarística, otros muchos desatienden la oración del día a día, etc.

También las parroquias disminuyen muchísimo sus actividades. Las comunidades cristianas se aletargan y se relajan, “duermen” muchas de ellas hasta el fin del periodo estival. Muchas publicaciones semanales cristianas dejan de publicarse. Muchos foros y lugares de debates quedan ralentizados.

Nada nuevo en nuestras vidas. Año tras año por estas fechas sucede igual. En otros estamentos, en otros apartados, en otro tipo de asociaciones y comunidades, nos tomamos unas vacaciones o por lo menos, nos relajamos en nuestros quehaceres.

Pero en lo único que no podemos ni debemos “irnos” de vacaciones, es en la vivencia de nuestra fe.

¿Acaso Dios toma vacaciones? ¿Acaso Dios reduce su horario? ¿Acaso Dios reduce su  atención y presencia por descanso vacacional? ¿Acaso Dios se relaja y disminuye su atención, reduciéndolo a un horario más limitado?

 

No, Dios no toma vacaciones. Dios siempre está pendiente de todos y cada uno de nosotros, siempre. Dios no descansa en ningún momento del día, de la noche, del año. Siempre lo tenemos ahí……

Somos nosotros los que nos relajamos y nos olvidamos o por lo menos disminuimos nuestra relación respecto a Dios. Podemos decir que el descenso en la práctica religiosa durante el verano nos lleva a ser cristianos de tiempo parcial. A vivir la fe de forma esporádica en esta temporada. Y sería un síntoma de una fe vivida superficialmente.

Las personas que se han encontrado con Jesucristo, ya no viven más para sí. Tanto en invierno como en verano, en el trabajo y en las vacaciones, en la salud y en la enfermedad, con calor o con frío, su vida sólo encuentra sentido en la íntima relación con Dios.

No olvidemos pues, que Dios no se toma vacaciones en su búsqueda de amor al hombre y que estas vacaciones, pueden ser tiempo excepcional para salir a su encuentro. Y es que en verano, seguimos siendo cristianos. Es más, tenemos una magnífica oportunidad de serlo y de demostrarlo.

Dios no toma vacaciones, pero Satanás, el demonio, el maligno, el tentador, como quieras llamarlo, tampoco queda de vacaciones y no tenemos que dejar que el mal tome parte en nuestras vidas tampoco ahora.

Algunos consejos para vivir con plenitud nuestra fe en verano y también en invierno claro está. Son consejos sencillos, que a todos nos podrán venir bien.

Vive tu nombre y condición de cristiano.

No te avergüences en verano de ser cristiano. Falsearías tu identidad. Estés donde estés intenta tener muy claro quién eres y lo que eres, hijo de Dios.

Vive el domingo.

En vacaciones, el domingo sigue siendo el día del Señor y Dios no se va de vacaciones. Acude a la Eucaristía dominical. Tienes además más tiempo libre.

Vive la familia.

Dialoga, juega, goza con ellos sin prisas. Reza en familia. Asiste al templo también con ellos. Intenta visitar a esos familiares que durante el resto del año ves menos. La familia es la célula vital de la sociedad, apuesta por ella.

Vive la vida.

La vida es el gran don de Dios. No hagas peligrar tu propia vida y evita riesgos a la vida de los demás. La vida es bella, saboréala, vívela con sencillez y con respeto. Apuesta por la vida y  por la cultura de la vida.

Vive la amistad.

Desde la escucha, la confianza, la ayuda, el diálogo, el enriquecimiento y el respecto a la dignidad sagrada de las demás personas. Visita a los amigos, queda con ellos.

Vive la justicia.

No esperes que todo te lo den hecho. Otros trabajan para que tú tengas vacaciones. Ellos también tienen sus derechos. Respétales y respeta sus bienes.

Vive la verdad.      Evita la hipocresía, la mentira, la crítica, la presunción engañosa e interesada o la vanagloria.

Vive la limpieza de corazón.      Supera la codicia, el egoísmo y el hedonismo. Vacación no equivale a permisividad.

Vive la solidaridad.      No lo quieras todo para ti. Piensa en quienes no tienen vacaciones, porque ni siquiera tienen el pan de cada día. La caridad tampoco toma vacaciones.

Reza un pocos más, busca silencio.      Ten la experiencia de callar y si puedes, da un paseo por la playa, por la sierra, o por algún parque cercano a tu casa, pero hazlo en silencio. En el silencio habla Dios, en el silencio se escucha a Dios. En el silencio se aprende a vivir.

 

vacaciones

Como en los mandamientos, en estos consejos hay uno que siendo el principal te lleva a todos los demás. Es el único que su título no empieza por el “Vive”. La oración al Padre en el silencio, en la paz, nos lleva a escuchar a Dios que nos habla precisamente en esa paz y en ese silencio.

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