Relato de Semana Santa de D. Eugenio Ugarte Alonso

Dejo en estas páginas un relato ó cuento de Semana Santa, como a él le gustaba llamar, de mi buen amigo y compañero cofrade, D. Eugenio Ugarte Alonso.

Al igual que por navidad, cuando llegaba la Cuaresma de cada año, nos dedicaba a su familia y amigos cuentos y relatos que le encantaba escribir y publicar.

En su memoria y recuerdo, dejo pues, uno de sus últimos relatos.

¡En tu recuerdo, EUGENIO!

 

 

 

 

 

 

Relato de Semana Santa

 

 

Semana Santa 2005

 

Eugenio Ugarte Alonso

 

 

 

 

 

 

El 22 de marzo de 2005, me encontraba reunido en el comedor de la finca LA REDONDA con toda la familia yo, David González de Lerma y de Alcaraz y mi esposa Julia Martínez Sanz de Navarrete, rodeada de nuestros hijos Andrés, Emeterio y Mateo. El único que estaba casado era Emeterio, con Calina; tenían tres hijos que estaban jugando en el jardín.

Era raro que toda la familia estuviéramos reunida en torno a la mesa, pero es que era un día de especial celebración porque yo, el patriarca David, ese día festejaba mi 62 cumpleaños y era costumbre sagrada el reunirnos todos en nuestra finca para celebrarlo toda la familia junta.

Cuando termínanos de comer y los niños salieron al jardín que daba al comedor y por cuyos amplios ventanales se les veía correr, el matrimonio Emeterio y Calina salieron también a tomar el aire, mientras que Mateo y Andrés bajaron a la bodega para ver unas cajas de un vino especial que se pensaban llevar. Los dos, solteros a sus 30 y 29 años respectivamente,
eran la preocupación de su madre que quería verlos casados cuanto antes.

Quedamos solos nosotros, los mayores: mi esposa Julia y yo.

-Estarás contento David, has tenido a todos tus hijos y nietos a tu alrededor.-

-Si no fuera por la vista…, media bodega daría yo por ver, aunque solo fuera la mitad que tú-

-Deja de lamentarte y no te entristezcas, que no quiero que el día de tu cumpleaños te puedan ver nuestros hijos y nietos con mala cara.-

-Pero, que cara quieres que tenga, fíjate los años que han pasado y todavía no he asumido mi ceguera.-

 

– quién me mandaría planear aquel viaje de novios, cuando nos casamos|. Por cierto, ¿cuántos años hace ya? Tienen que ser muchos, recuerdo que yo tenía 26 y tú 24,-

-¿Te acuerdas Julita mía?-

-No se me olvida nunca, nos casamos en la concatedral de La Redonda el 20 de mayo de 1966, por lo tanto, el próximo 20 de mayo hará 39 años.-

-Era mi deseo casarnos en La Redonda, en la parroquia en que fui bautizado y confirmado y donde espero que celebréis mi funeral.-

-Calla David, no digas esas cosas, Mira, te voy a traer los nietos aquí para que te alegren un poco la tarde, ¿o prefieres salir al jardín? Allí está tu silla y hace una tarde magnifica para tomar el aire a pesar de ser aún marzo, recién entrada la primavera-

-Casi voy a salir. A ver si el aire fresco de la tarde de reanima un poco el espíritu-

Al poco tiempo se volvieron a reunir otra vez los padres y los tres hijos. Calina se quedé con los niños jugando con ellos.

-Ahora que estamos solos papá, nos querrás contar ¿cómo fue que te quedaste sin vista? Nosotros todavía no sabemos bien cómo fue, pues aún no habíamos nacido y siempre te hemos conocido así, con mejor o peor genio y quisiéramos saber lo que verdaderamente ocurrió, pues mamá nos ha dicho que antes eras un hombre encantador y que a raíz de perder la vista es cuando cambiaste de carácter-

-Me quedé callado y pensativo durante uno momentos, al cabo de los cuales les dije: Nunca lo he hablado con vosotros y ya tenéis edad para saber el porqué de las cosas, pues sois mis hijos, lo más querido junto con vuestra madre que tengo en el mundo y ha llegado ese momento-
-Como sabéis éramos tres hermanos los tíos Régulo, Donato y yo. Por eso ésta finca, los viñedos y la marca inicial de vinos se llaman RE, de Régulo, DON, de Donato y DA, de David que, es mi nombre. Si unís las tres primeras silabas os dará REDONDA, y como todos éramos y somos nacidos en Logroño y muy logroñeses, igual que vosotros y mis nietos, pusimos a este complejo, hoy engrandecido por todos, el nombre de nuestra antigua Colegiata y hoy Concatedral.-

-Se daban muchas circunstancias para que tomáramos esta medida entre los tres hermanos y así lo hicimos. Régulo y Donato eran mis hermanos mayores, ya fallecidos como sabéis, yo era el pequeño y ya voy caminando por la vida la cual al principio me trató muy bien, pues tuve una niñez y adolescencia feliz. Después conocí a vuestra madre de una forma casual.-

-¿Cómo fue?, preguntaron

-A mis 22 afios, recién terminado mi servicio militar y con ganas de divertirme, con una pandilla de amigos bajamos a las fiestas de Calahorra a finales de agosto, fuimos a los toros, al baile al Casino y allí saqué a bailar a una preciosidad, las mujeres de Calahorra siempre han tenido fama de bellas y si en aquel momento me dicen que iba a ser con la
persona que tendría que compartir mi vida, me hubiera reído.-

-Así empezamos. Todos los bailes los hice con ella, no la dejé ni un minuto. Al final ella se fue con sus padres a su casa, pero yo seguí insistiendo y nos hicimos novios.-

-Entonces eran otros tiempos y estuvimos siendo novios cuatro afios hasta que nos casamos en La Redonda.-

-Ellos querían en la Catedral de Santa María de Calahorra, pero La Redonda estaba tan ligada a toda nuestra familia, que accedieron y allí nos casamos. Al atardecer nos llevaron a Bilbao al aeropuerto de Sondica donde teníamos reservado vuelo nocturno para Tenerife y desde allí, saltar a los pocos días al Caribe donde pasaríamos un mes recorriendo la península del Yucatán que a mi tanto me gustaba y visitando en Méjico, Colombia y Venezuela a nuestros distribuidores, los cuales nos tenían preparado un circuito turístico para enseñarnos las bellezas de sus respectivos países.-

-Pero no contamos con las adversidades de la vida. ¡Cuán cierto es que el hombre propone y Dios dispone!-

-Al llegar al aeropuerto de Los Rodeos en Tenerife, primera escala desde Bilbao resulta que al aterrizar no sé qué es lo que pasó (después se descubrió todo, pero yo ya no quise saber nada), el avión dio unos bandazos debido a unas turbulencias fuertes del viento, y los pasajeros caímos unos sobre otros y los maletines y pequeños efectos que llevábamos con más altura de nuestras butacas se nos vinieron encima.-

-En cuanto me di cuenta, quise ponerme sobre mi querida Julia para evitar que le cayera algo, pero me cayó a mí, con tan mala fortuna que recibí un golpe fuerte, primero en la cabeza y después en la frente encima de los párpados, concretamente en las cejas, y perdí el conocimiento.-

-Cuando desperté me vi en la cama de una clínica de Tenerife donde me habían llevado y con los ojos vendados. Me asusté al no ver, y Julia, que estaba a mi lado, se vino hacia mí, me besó y después me lo explicó todo.-

-Me había caído encima una cámara fotográfica que llevábamos metida en su funda y algún otro paquete, las cejas las tenía hundidas y por eso me habían vendado mientras se curaban las heridas, Me explicó también que no había habido ningún muerto sino golpes como el mío, pues el piloto pudo hacerse con el control del avión y aterrizó con normalidad-,

-Mas tarde, los médicos nos engañaron, pues la cosa no era tan fácil como nos dijeron a los dos.-

-Al cabo de pocos días, cuando se curaron las heridas de mis cejas y parpados, me dieron de alta y entonces fue cuando nos hablaron claro.-

-Nos dijeron que el nervio óptico había sido dañado y que era eso lo que impedía penetrar los rayos de luz hasta la terminación nerviosa y, como consecuencia, había una alteración en las áreas cerebrales de la visión.-

-Allí en Tenerife no había ninguna clínica oftalmológica que pudiera tratar esta anomalía, y ellos quedaron en buscar algún oftalmólogo de prestigio para que pudiera visitarle a fin de solucionar el problema puesto que estas alteraciones podían ser transitorias o permanentes.-

-La verdad es que aquí no nos engañaron.-

-Dejamos la habitación de la clínica y nos fuimos a un hotel, y allí se terminó nuestro viaje de luna de miel, que yo llamaría luna de hiel.-

-Lo que quería es venir a casa cuando antes, aquí a mi finca de La Redonda, situada a unos pocos kilómetros de Logroño, al resguardo de una montaña en su cara sur al abrigo de los vientos fríos del norte, en la carretera de Fuenmayor-.

-No quiero aburriros con los viajes que hicimos aquellos años de oculista en oculista, primero en Logroño (tierra de muy buenos oftalmólogos), luego Paris donde estuvimos en una clínica extraordinaria, hasta en Nueva York, en la clínica Mayo donde me vio el riojano Dr. Castroviejo. Todos nos decían lo mismo: “fue una pena que la lesión no se hubiera desplazado unos milímetros más arriba, pero por culpa de eso no se puede hacer nada, tendrá usted que asumirlo y prepararse para cambiar su vida, hoy existen numerosas escuelas de educación para las personas invidentes donde éstos llegan a hacer una vida normal”.

-Para entonces habían pasado cinco afios desde que nos casamos.-

-Estábamos de 1971 y decidimos venir a nuestra casa porque estaba para llegar el primero de nuestros hijos, tú Emeterio, y deseábamos que nacieras en Logroño.-

-Y entonces, cambió mi carácter.-

-De ser una persona alegre, extrovertida, buen conversador y contento de la vida, pasé a todo lo contrario, carácter deprimido, encerrado en mí mismo, no quise ir a ninguna escuela de educación para ciegos, pues no tenía ganas de nada más que de morirme. Y gracias a vuestra madre, Julia, que en aquellos afios (que fueron varios) y con una santa paciencia a pesar de todos mis desaires y mal genio con que la trataba, consiguió hacer de mi lo que hoy soy.-

-No como antes, pero ya no tengo aquellas malas formas con las que trataba a la gente, procuro dominarme cuando me viene un mal pensamiento para no molestar a los demás, a veces (casi siempre) lo consigo, pero aún me queda un resquemor que no lo puedo evitar, a veces no me puedo soportar ni yo mismo.-

-Lo que si he notado es que los demás sentidos me han aumentado.-

-Sabéis cómo por el olfato sé de qué clase de vino se trata? Si es vino joven, crianza, reserva y a veces afiada, pues dentro de las reservas existen afiadas buenas, muy buenas y excelentes.-

-También por el olfato se con la persona que estoy, si es hombre, mujer, niño, e incluso si es más o menos joven. El tacto también me hace, cuando lo paso por el rostro de una persona, saber cómo es.-

-Os voy a contar un chascarrillo, una vez vino a mi despacho una señorita que era secretaria de una importante casa de importación de Méjico, con la que mantenemos relaciones comerciales, mejor dicho, vinieron dos, la secretaria y su jefe (o lo que fuera).

 

-Como sabían que yo era ciego no les sorprendió que les pasara mis manos por su rostro. Primero empecé por el de la señorita, y pensé que con un cutis tan fino que tenía y unos ojos tan grandes, tenía que ser muy bella, y al acariciarle sus labios, se los besé, puse los míos en los de ella le di un cariñoso beso. Menos mal que enseguida me di cuenta y le pedí disculpas que ella aceptó. ¡Como me pareció tan guapa…! le dije, lo hice sin pensar. Al final terminamos riendo todos con una botella de un buen vino que mandé sacar.-

-Y gracias a vuestra madre, ¡cuántas gracias tengo que dar a Dios por haberme casado con ella!, aprendí a utilizar el bastón blanco y con él voy por todas las bodegas como por mi casa, que también lo hago y hasta he aprendido a leer en braille moderno con el sistema por puntos, que no me pareció tan difícil y ahora está empeñada, fijaros, ¡a mi edad!, en que traiga a casa un ordenador que está recién inventado para invidentes que oyen, como yo, que por la voz sintetizada que tienen puedes operar con ellos. Esto lo veo muy difícil, pero ¡quién sabe!, nunca, con vuestra madre, se puede decir “de esta agua no beberé»-.

-Ya podéis decir que tenéis a un ángel por madre, pues si no llega a ser por ella no quiero ni pensar qué hubiera sido de mí. La verdad es que, como le digo a ella, estas calagurritanas que salen finas. son lo mejor del mundo.-

-Después viniste tú, Mateo el 20 de septiembre de 1973, por eso te pusimos Mateo porque casi era la hora del cambio de día y ti Andrés te ganaste tu nombre por tus puños pues naciste el día 30 de noviembre de 1975, que como sabes es el día de San Andrés.-

-Estoy contento con la familia que tengo pues gracias a ella puedo llevar una vida que, aunque me da malos ratos cuando pienso lo que he perdido, sin embargo, Dios me ha compensado dándome a vuestra madre y a vosotros, y eso me consuela mucho, pues como decía Santa Teresa “cuando Dios nos cierra una puerta, nos abre una ventana» –

-Y ahora que estamos aquí os quiero decir una cosa y pediros un favor.-

-Como sabéis, estamos en Semana Santa, hoy es Martes Santo, y ya desde siempre conocéis que le tengo una devoción especial al Santo Sepulcro de La Redonda, de cuya cofradía formo parte desde hace muchos años. Antes, cuando no era invidente, no me perdía una procesión y era de los que el Miércoles Santo, a las 12 de la mañana, iba para sacarlo de la urna sepulcral y ponerle entre los almohadones en el suelo para que las mujeres procedieran a su limpieza mientras nosotros, los hombres, limpiábamos la urna sepulcral. Vuestra madre alguna vez, formaba parte de las mujeres que lo limpiaban. Y el Viernes Santo era un día de alegría para mí porque tenía una vara para cargarlo en mis hombros, vosotros ya conocéis todo esto, pues lo habéis vivido y excuso de repetirlo, Todas las noches le rezo y ya os podéis figurar lo que le pido, junto con más cosas.-

-Y este año se me ha metido en la cabeza acompañarlo en la procesión.-

-No creáis que pretendo poner sobre mis hombros tan dulce carga, lo único que pretendo es acompañarlo en la fila durante todo el recorrido de la procesión del Santo Entierro.-

-No os preocupéis y dejarme terminar de hablar; después ya lo haréis vosotros.

-Físicamente me encuentro muy bien, he hablado con el médico que me lleva y me dice que este recorrido puedo hacerlo perfectamente, pero necesito un buen samaritano que me lleve cogido de mi brazo para no salirme de la fila, pues con solo el bastón no me atrevo.-

-Y os pregunto ¿quién de vosotros quiere ser ese samaritano?-

Los cuatro se quedaron atónitos pues no se esperaban eso de su esposo y padre respectivamente. Les costó reaccionar, pero al cabo de algunos segundos, los tres dijeron a una ¡¡¡YO!!! Todos eran cofrades, y por lo tanto llevaban dentro de si la misma devoción que su padre. Por eso, como todos tenían su hábito, cualquiera de ellos podía llevarlo.

-Y entonces Julia, me dijo: David, ¿lo has pensado bien?, ¿sabes a lo que te expones?-

-Tengo una corazonada querida Julia y este año 2005 no es que quiera, es que NECESITO acompañarlo. El me lo pide. Ya sabes que los invidentes tenemos unas sensaciones muy finas que vosotros los videntes no tenéis y yo noto que este año tengo que ir a hacer todo el recorrido de la procesión en el único día al año que sale a la calle.-

-El ambiente, el olor, la música, el run-run del público, todo eso lo tengo clavado en mi corazón desde hace muchos afios y éste necesito volverlo a experimentar. Noto que EL me lo pide. Por favor no me neguéis esta necesidad que tengo, ya no volveré a pedírosla otra vez mas en lo que resta de mi vida, pero hacerme el favor de dejarme.-

-Pues tu elegirás quien quieres que vaya contigo y te lleve de tu brazo, dijo Emeterio porque los tres estamos dispuestos y además muy gustosos y orgullosos de llevarte.-
-Para mí los tres sois iguales en cariño, y en todo. Os conozco como vosotros no podéis imaginaros y sé que lo decís de corazón, pero tiene que ser uno, esto ya me lo imaginaba yo que iba a ocurrir, y ya tengo resuelto lo que vamos a hacer.-

-¿El qué?,- dijeron los tres a coro.-

-Lo voy a sortear, mejor dicho, lo hará vuestra madre.-

-Julia, entra en casa y saca tres papeles y en cada uno, aquí, ante todos, escribe el nombre de uno de ellos en cada papel y luego yo mismo, de una bolsa que también traerás, sacaré un papel y el nombre que diga, ese será quien me acompañe.-

Lo hicieron lo así, pues a todos les pareció la solución mejor y más justa.
Cuando estaban los tres papeles metidos en la bolsa, los revolví varias veces, y, al fin, ellos que estaban esperando con impaciencia, vieron cómo saqué uno doblado.

-Julia, le dije, lee tú el nombre, dilo en alta voz para que yo lo escuche y dalo a leer a los tres.-

-Julia, con emoción contenida leyó el nombre: ¡Mateo! –

-Los dos hermanos restantes no quisieron leer el papel. Abrazaron a su hermano y éste con orgullo me dijo abrazándome: Papá soy feliz en ir contigo llevándote a la Procesión.-

Y así quedo solucionado el problema.

 

A mí se me hicieron eternos los dos días que tuvieron que pasar hasta la llegada del 25 de marzo, festividad de Viernes Santo.

Estaba nervioso, inquieto, no podía parar en ningún sitio cinco minutos seguidos, aquellos dos días me recorrí la bodega un montón de veces.

 

Estaba exultante de satisfacción, saludaba varias veces a todos mis empleados. ¢Qué le pasa al jefe?, se decían unos a otros.

-Por fin, llegó el 25 de marzo del 2005, día de Viernes Santo-

Para la hora de comer, ya estaba arreglado y con el hábito preparado.

Durante los días anteriores, me lo había puesto varías veces.

-¡Parece que me tira de aquí!-, le decía a Julia.-

-Que no, que te está bien.-

-¿Y el capuz?, ¿dónde está?, ¿y el cíngulo?, ¿y los guantes?-

-Todo lo tienes preparado.-

Pues me lo voy a probar todo, dije por quinta vez después de comer

-Para eso podías haber ido a las 12 al acto de la limpieza y veneración del Sepulcro.-

-Hay mucha aglomeración y mucha gente me asusta-

-¡Mira con lo que sales!, ¡te creerás que ésta tarde, en la Plaza del Mercado, mientras esperáis a que os toque el turno de salida vas a estar tu sólo!-.

-Ya lo sé que mi “paso” es el penúltimo que sale, pero ya me tengo yo preparado mi plan de espera: estaré sentado en un banco de la capilla de Los Ángeles hasta que salga La Piedad que es el que va delante y entonces cuando nos toque organizarnos saldré para ponerme en la fila de acompañantes, para entonces ya estará Mateo para llevarme.-

-Llegó la tarde y a las seis ya no podía parar en casa. Los nervios me comían.-

-Vino Mateo y con el coche me llevó a La Redonda, allí me saludaron los amigos y todos se extrañaron de mi asistencia pues hace muchos años que no aparecía.-

-Se nota que te aprecian, me dijo mi hijo, pues han venido a ti a saludarte en cuanto te han visto.-

-Un cofrade que le oyó, le dijo: es que tu padre es una institución en la cofradía.-

No me quedé sentado como le había prometido a Julia. Los nervios no me dejaban. Comenzó a salir la procesión a su hora, fueron desfilando los pasos: La Borriquilla, la Oración en el Huerto, La Flagelación, El Encuentro, que éste año estrenaba paso completo, La Magdalena, el Nazareno, que éste año cumplía su Centenario, El Cristo Yacente, El Cristo de las Animas, El Descendimiento y cuando le tocó el turno a La Piedad, el Cabo de Varas del Sepulcro, nos llamó a todos y comenzó a organizarnos.

Como cada cual se sabía su puesto, en unos pocos minutos estuvieron todos los portadores colocados, entonces nos situó a las filas de acompañantes, y Mateo me cogió con el brazo y fue conmigo hasta el lugar donde me mandaron.

Lo mismo me da, llevar el capuchón que no llevarlo, dije a mi hijo, pues veo lo mismo, no veo nada de ninguna de las dos formas, dije bromeando, pero con un poco de sentimiento que se me notaba en la voz. Mi emoción me falló y di gracias de llevar el capuz puesto, pues así nadie me notaba las lágrimas que comenzaban a caer de mis ojos.

Y empezó la procesión, para mí, tan esperada. Iba completamente callado, silencioso, yo sólo sabía en lo que iba pensando. Pasamos por la calle de Portales, subimos por el Muro del Carmen; Mateo me llevaba bien cogido por el brazo y yo me notaba seguro. Por el ruido, la lejanía o cercanía del público, sabia donde estábamos.

-¡Lástima no hubiera hecho esto, unos años antes! le decía a mi hijo.-

Llegamos al Espolón y cuando íbamos a la altura del Palacio de Justicia me preguntó Mateo: ¿Te cansas padre?, ¿quieres que, con discreción nos salgamos?-

-Eso nunca, le dije con un poco de genio en mi voz. ¡Iré hasta el final!-

Cuando enfilamos otra vez la calle Portales, empezando a bajar la cuesta, de repente se vio en la noche un tremendo relámpago que la iluminó, seguido de un potente trueno.

-¡Pero si no está el astro de tormenta!, dijeron los que iban cerca y lo corroboró Mateo.-

-Después les dije que me quedé como atontado, sin poder hablar hasta que perdí la consciencia.-

Mateo notó que su padre se ponía tenso y que le tenía que sujetar con más fuerza y al cabo de unos segundos se le vino encima el cuerpo de su padre, el cual perdido el conocimiento se cayó.

-Lo sujeté con las dos manos empleando toda su fuerza en hacerlo,-

-Los que iban cercanos, al darse cuenta se acercaron: ¿qué le pasa?, preguntaron a Mateo-.

-No sé dijo éste, ha sido una cosa rápida, de repente se me ha venido encima.-

-Pensaron los demás ¿se habrá muerto? Era mucha emoción para él.-

Un médico que iba por las cercanías se acercó, le tomé el pulso. Pues lo tiene normal, dijo, un poco acelerado quizás… Le quitaron el capuz…

Pues respira con normalidad. No me lo explico, dijo.

-Comencé a dar entonces señales de vida, me desperté, y al verme sin capuz, dije un ¿dónde estoy?-

 

 Mateo me dijo: Pues en la procesión, al empezar Portales, bajando la cuesta.-.

-Eso ya lo veo, dije con cajas destempladas.-

-¿Qué dices, padre?, pregunto Mateo alucinado.-

-Que eso ya lo veo yo, ¿eres tonto?-

-Y entonces es cuando me di cuenta de lo que había dicho. ¡¡¡ ESTABA VIENDO!!!

 

Me puse de rodillas en el suelo, esperando el paso del Santo Sepulcro, que aún no había pasado. –

-Señor, le dije al verlo pasar llorando a lágrima viva- ahora comprendo tu mensaje, al decirme que vendría a la procesión de tu Santo Entierro. iGRACIAS!, prometo no faltar a ninguna de ahora en adelante mientras tú me des vida.-

Se corrió la noticia como un reguero de pólvora entre los cofrades de todas las demás cofradías y entre el público que la estaba viendo.

-Terminé la procesión como me había mandado el Señor y rápidamente, Mateo me llevó a casa antes que el público se me echara encima.-

-Posteriormente los oftalmólogos que me reconocieron pudieron comprobar que mi nervio óptico estaba en perfectas condiciones.-

-Aquí, no se ve nada extraño, fue el resultado de todas las consultas que me hicieron los mismos que antes habían dicho que la ciencia no podía curar aquello.-

Y yo, con solemnidad, les dije: “ Reconozcan que hay alguien que está por encima de la
ciencia humana”. –

 

 

Terminé este cuento el día 19 de
marzo del año 2005, festividad de
San José, padre putativo del Señor,
escrito como homenaje a la ceremonia
del CCCXTI aniversario de la donación
del Santo Sepulcro por don Gabriel
de Unsain para la Semana Santa de
Logroño.

 

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