Homosexualidad (IV): ULTIMAS PINCELADAS TEÓRICAS

(HOMOSEXUALIDAD – IV)

Les puedo asegurar que antes de empezar a escribir sobre este tema, he preguntado, buscado y leído hasta la saciedad. El asunto me resulta pesado, difícil, enmarañado, pasto de la ideología y, en el fondo, bastante indiferente.

En mi lista de prioridades no está la de defender los derechos homosexuales. Ellos, al menos, tienen derecho a nacer, a ir a la escuela, a elegir marido o a desarrollarse profesionalmente sin verse obligados a elegir entre sus hijos y la independencia económica. Cosa que no sucede, por poner un ejemplo igual de contemporáneo, con las mujeres. Sin embargo, y sea dicho de paso, si se les negara el acceso al trabajo o la vivienda en propiedad por su condición homosexual, tendrían mi apoyo detrás de las pancartas.

Me he propuesto el reto de escribir sobre esta cuestión para contrarrestar la presión mediática del lobby gay y la confusión que ha logrado sembrar en la sociedad. También entre los católicos.

Cuando todo el mundo tiene algo que decir al respecto, no es sencillo distinguir la paja del grano en los diferentes discursos. Cuando las disciplinas que estudian la conducta sexual humana la califican de plural y compleja; que desafía clasificaciones simplistas; que, de antemano, en este campo, es muy arduo delimitar los conceptos de normalidad y anormalidad porque su distinción es un tanto arbitraria, presupone juicios de valor y lo insólito y atípico varía según las culturas y/o el paso del tiempo, una tiende a pensar que vivimos en un mundo de locos donde nadie quiere quedar mal señalando la iniquidad.

Será por eso mismo que la moral católica estorba. Es la única que ejerce como conciencia del mundo y nos recuerda que el mal objetivo existe y es universal. Malo aquí, en Francia, en EE.UU y en Polinesia; malo ahora como en el pasado y dentro de mil años; dañino para creyentes y ateos.

En el catecismo de la Iglesia Católica encuentro – una vez más – el planteamiento más honesto, claro, delicado y esperanzador, a la par que conciso, sobre la homosexualidad. Finalizo las consideraciones teóricas relativas a este contenido, trasladándoles sin más lo que dice:

Nº 2357: la homosexualidad designa las relaciones entre hombres o mujeres que experimentan una atracción sexual, exclusiva o predominante, hacia personas del mismo sexo. Reviste formas muy variadas a través de los siglos y las culturas. Su origen psíquico permanece en gran medida inexplicado. Apoyándose en la Sagrada Escritura que los presenta como depravaciones graves (cf Gn 19, 1-29; Rm 1, 24-27; 1 Co 6, 10; 1 Tm 1, 10), la Tradición ha declarado siempre que “los actos homosexuales son intrínsecamente desordenados (…)”.

Nº 2358: un número apreciable de hombres y mujeres presentan tendencias homosexuales profundamente arraigadas. Esta inclinación, objetivamente desordenada, constituye para la mayoría de ellos una auténtica prueba. Deben ser acogidos con respeto, compasión y delicadeza. Se evitará, respecto a ellos, todo signo de discriminación injusta. Estas personas están llamadas a realizar la voluntad de Dios en su vida, y, si son cristianas, a unir al sacrificio de la cruz del Señor las dificultades que pueden encontrar a causa de su condición.

Nª 2359: las personas homosexuales están llamadas a la castidad. Mediante virtudes de dominio de sí mismo que eduquen la libertad interior, y a veces mediante el apoyo de una amistad desinteresada, de la oración y la gracia sacramental, pueden y deben acercarse gradual y resueltamente a la perfección cristiana.”

Homosesualidad 5

Mito 3 acerca de la homosexualidad:La oposición al homosexualismo es una idea nueva. Esto es falso. Cuando algunos segmentos de la sociedad griega antigua comenzaron a practicarla, el gran legislador persa Hamurabi declaró que era «una mancha de la que ningún hombre podía limpiarse.»

En la antigua Roma era consentida sólo para  los varones  que asumieran una actitud activa en las relaciones sexuales, pues en tal caso se interpretaba como gesto de dominación masculina. El papel pasivo quedaba reservado para los esclavos y el lesbianismo fue considerado una aberración. Estas circunstancias demuestran su devaluación como conducta.

El Corán y el Hadiz contienen condenas expresas de los actos sexuales entre personas del mismo sexo. La tradición judeo-cristiana, cuyos principios fueron la base sobre la que se fundaron los Estados occidentales, ha condenado el homosexualismo como una abominación ante Dios. (www.Aciprensa, Mitos acerca del homosexualismo y otras fuentes)

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