Homosexualidad (III): VALORACIÓN MORAL

(Homosexualidad – III)

Ayer apuntaba algún dato estadístico para contextualizar el asunto que nos ocupa (la homosexualidad). Sin embargo, desde el punto de vista moral, el número de personas que adopta una u otra conducta no hace la virtud ni el pecado, tampoco determina su excelencia o gravedad[i].

¿Por qué esta referencia a la valoración moral? Desde luego no es porque discrimine a las personas según su tendencia o usos sexules. Es porque justamente esta perspectiva es la realmente importante (mucho más que la consideración social general); porque la dignidad humana se cifra, sobre todo, en la capacidad que tenemos para promover la verdad y el bien; porque discernir, considerando la palabra de Dios o su mirada, nos hace más libres, felices, entregados, fuertes, justos, rebeldes contra los atropellos o abusos del mal, y más vitales.

En el caso de la homosexualidad, como en el de todos los temas moralmente controvertidos, la pregunta no es ¿qué razones justifican mejor mi conducta? sino, ¿cuál es la voluntad de Dios al respecto y, por consiguiente, cuál es la actitud a tomar y/o el comportamiento más justo en el sentido bíblico de la palabra?

También les prometí explicar qué quiere decir que la Iglesia distingue: entre la inclinación homosexual (u homosexualidad) y la actividad homosexual”, y entre “la maldad objetiva de la actividad homosexual y la responsabilidad subjetiva de quien la realiza.”

La inclinación homosexual no es pecado en sí misma. Uno puede sentir odio, vergüenza, miedo, amor, o estar tentado, o desear cualquier cosa ilícita, y no ser consecuente con sus sentimientos y deseos para no perjudicar, abandonar, atacar o apropiarse de algo o alguien. Los sentimientos y los deseos no nos hacen “mala gente”, pero sí nos inclinan, con bastante fuerza, a actos que son pecado y que por ello implican consecuencias negativas sobre uno mismo o sobre terceros.

Si se mantiene un juicio crítico bien formado, se ejercita la propia voluntad – como hacemos, p. ej., con los abdominales – y si se dispone de la humildad justa para pedir ayuda (del cielo y de otras personas), sentirse homosexual no supondrá “sentirse condenado”.

La maldad objetiva de la actividad homosexual y la responsabilidad subjetiva de quien la realiza también son cosas distintas. Al decir esto no se escusa subjetivamente a las personas que practican actos homosexuales. Sólo se reconoce que – a veces – la ignorancia, el abuso de otras personas, influencias ambientales muy fuertes, etc., pueden conducir a realizar actos no totalmente libres. Ello no obstante, se mantiene la condena de los actos homosexuales por ser gravemente malos en sí mismos.

¿Por qué se consideran gravemente malos los actos homosexuales? El Catecismo de la Iglesia Católica contesta así: “la Sagrada Escritura los presenta como depravaciones graves (cf. Gen 19, 1-29; Rm 1, 24-27; 1 Co 6, 10; 1 Tm 1, 10), son contrarios a la ley natural. Cierran el acto sexual al don de la vida. No proceden de una verdadera complementariedad afectiva y sexual”. (nº 2357).

Renovando la confianza en el amor de nuestro padre Dios – que ni engaña, ni manipula -, les reto a dejarse llevar por la curiosidad para entender el significado profundo de estas razones: lean y pregunten al Magisterio de la Iglesia, y a otras fuentes, con el corazón y la mente abiertos.

[i] El pecado es grave cuando se dan simultáneamente estas tres cosas: 1- que la materia sea gravemente mala (en sí o en sus circunstancias), o que se crea que es grave, aunque de suyo no lo sea; 2- que al obrar conozca que es grave; 3- la voluntad de hacer aquello que es grave.

Homosesualidad 4Dicen que la vida tiene cuatro fases: amar, sufrir, luchar y vencer.
Quien ama, sufre; quien sufre, lucha; y el que lucha, vence. Siempre

 

 

 

 

 

 

 

 

Mito 2 acerca de la homosexualidad: Los antiguos griegos practicaban la homosexualidad libremente, al igual que sus grandes filósofos.
Esto es incorrecto. Durante la Edad de Oro de Atenas, la práctica de la homosexualidad fue declarada contra la ley y se la castigaba severamente. A pesar de lo que ciertos eruditos puedan decir, los escritos de Sócrates y Platón demuestran claramente que ellos, no sólo no eran homosexuales, sino que se oponían vehementemente a la conducta homosexual. Platón mismo fue víctima de sodomía por parte de un regente homosexual, una experiencia que él condenó como la más degradante y humillante de su vida. (www.Aciprensa, Mitos acerca del homosexualismo)

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