Vía Crucis Procesional de la Flagelación de Jesús y Santo Rosario del Dolor Logroño 2012.
3 de abril de 2012 Martes Santo
A las 20.30 horas desde la Parroquia de Santa Teresita situada en la calle Menéndez Pelayo Pelayo nº 2 de Logroño, saldrá el Vía Crucis procesional de la Cofradía la Flagelación de Jesús con el siguiente recorrido: Calle Somosierra, Menéndez Pelayo, Huesca, Lardero y Somosierra, regresando a su parroquia.
LA FLAGELACIÓN DE JESÚS
La flagelación en sí no fue un castigo exclusivo para Jesús. Lo mandaba la ley. La flagelación era un preámbulo legal a toda ejecución. Había una excepción: los ciudadanos romanos condenados a decapitación no eran flagelados, sino fustigados con la fusta. Esto se hacía, según Tito Livio, en el mismo lugar del suplicio, inmediatamente antes de la decapitación.
Los condenados a crucifixión eran flagelados habitualmente durante el trayecto que había entre el lugar donde se dictaba la sentencia y el del suplicio. Muy raro, como en el caso de Jesús, que se llevara a cabo en las dependencias del tribunal. Esto sólo se hacía en los casos en que la flagelación era sustitutiva de la pena capital. El caso de Jesús fue raro. Su flagelación no fue la legal que precedía a toda ejecución y que se daba en el trayecto, camino del suplicio, sino que constituyó un castigo especial, como veremos. Esto exige dos explicaciones: cuándo le flagelaron y el porqué
Mateo y Marcos no nos dicen ni cuándo ni el porqué, sólo constatan el hecho: «Y habiendo hecho flagelar a Jesús, lo entregó (Pilato) para que lo crucificaran».
Lucas es más explícito, y cuando está explicando los esfuerzos de Pilato para salvar a Jesús, al final nos cita una frase del Prefecto: «Le castigaré y luego le soltaré». Ya vislumbramos algo. Juan nos afirma que Jesús fue flagelado durante los juicios de Pilato. Ya tenemos el cuándo. Veamos ahora el porqué:
Pilato juzga que la primera acusación hecha a Jesús («Se ha hecho Hijo de Dios y según nuestra ley debe morir» no caía bajo la ley romana. Era cuestión religiosa y la Justicia romana no actuaba en estos casos para dirimirla. Por lo que consideró a Jesús inocente: «No encuentro en él, causa alguna de condenación».
Tras una deliberación de los judíos, éstos hacen una segunda acusación que sí entraba dentro de la Lex Julia: (Había permitido ser aclamado Hijo de David que según ellos iba a ser su rey). Quería hacerse rey y esto iba contra el Emperador. Pilato tiene obligación de atender esta acusación. Pilato pregunta a Jesús sobre su realeza y, no sacando nada en claro, lo considera de nuevo inocente.
Enterado de la estancia de Herodes en Jerusalén y siendo Jesús su súbdito, Pilato se lo envía a ver si le resuelve el problema. No es así y Pilato en el tercer juicio dice a los judíos: «Ni Herodes ni yo encontramos en él causa alguna de muerte».
Después de los fracasos anteriores, Pilato equipara a Jesús con un criminal y ladrón, con Barrabás. La propuesta era, a quién de los dos querían que les soltase. La plebe prefiere a Barrabás, a la vez que grita que Jesús sea crucificado.
Ante las decepciones anteriores, Pilato decidió dar a Jesús un sustitutivo de la pena capital, para acallar al pueblo: «Le castigaré y luego le soltare». Después de este episodio, es cuando Jesús es flagelado y viene el hecho del ECCE HOMO.
El instrumento utilizado para la flagelación, fue el flagrum taxillatum, que se componía de un mango corto de madera, al que estaban fijos tres correas de cuero de unos 50 cms., en cuyas puntas tenían dos bolas de plomo alargadas, unidas por una estrechez entre ellas; otras veces eran los talli o astrágalos de carnero. El más usado era el de bolas de plomo.
El número de latigazos, según la ley hebrea, era de 40, pero ellos por escrúpulos de sobrepasarse, daban siempre 39. Pero Jesús fue flagelado por los romanos, en dependencia militar romana, por tanto more romano, es decir, según la costumbre romana, cuya ley no limitaba el número. Sólo estaban obligados a dejar a Jesús con vida, por dos razones: una, para poder mostrarle al público para que éste se compadeciera (era la intención de Pilato), y la otra, para que en caso de condena a muerte, llegara vivo al lugar de suplicio y crucificarlo vivo: era le ley.
SANTO ROSARIO DEL DOLOR
También a las 20.30 horas desde la Plaza de San Agustín de Logroño, saldrá el Santo Rosario del Dolor con la Cofradía de la Santa Cruz con el siguiente recorrido: Calle Portales, Plaza del Mercado, de nuevo Portales, Sagasta, Marques de San Nicolas (Mayor), La Merced para regresar de nuevo a la Plaza de San Agustín.
ESTABA LA MADRE DE JESÚS (STABAT MATER)
María, la madre de Jesús, se encontraba también en Jerusalén cuando recibió la noticia de la detención de su hijo. María le ve y llora porque está lleno de golpes, de bofetadas, de escupiduras y coronado de espinas», «commota sunt omnia viscera mea» y viendolo se desvanece.
La acompañan algunas otras mujeres, entre ellas está María Magdalena. Así pues, al lado de María, la otra figura especialmente excepcional sobre las demás mujeres es Magdalena. Entre todas la llevan siguiendo a Jesús cargado con la cruz. Cuando Jesús es clavado y María lo ve, no hablan. La crucifixión se describe y se acentúa con toda su crueldad y los tormentos impuestos a Jesús. Le sale sangre de las 4 heridas, de pies y manos. La belleza huye de su rostro y se cumple lo que dijo Isaías, que el que era speciosus se ve indecoras. El rostro lo tiene lívido por los azotes recibidos. En María cabe el deseo de morir con Él. Pide a los judíos que la crucifiquen con Jesús, invoca a la muerte con palabras de dolor y desesperación, pero la muerte huye de quien la busca. Jesús es para ella padre, hijo, esposo, y no quiere quedar sola; no tendrá quien la aconseje. Finalmente, seguramente le dice a Jesús que, si no puede ser que muera con él, que le deje a alguien. El tono triste y desesperado de María, que ha perdido las fuerzas, que desea morir junto a él, que llora continuamente, acongojada por la visión de Jesús, es el mismo que la de cualquier madre que ve morir a su hijo de esta manera tan brutal.
El versículo del evangelio de Juan, en el que Jesús le encomienda a su madre, es una de las pocas referencias evangélicas a María en la Pasión de Jesús, Dice Jesús desde la Cruz, (1136-1137): «Mulier, ecce fílius tuus», añade que no ha de llorar, que él ha de beber el cáliz y ha de salvar a la humanidad; y que no la deja sola, porque estará con ella por todos los siglos. Entretanto le dice a Juan que la cuide. El tono empleado por Jesús es más calmado, es como un sermón en el que adoctrina sin que su dolor se refleje en notas de dramatismo o de desesperación. Jesús dice a María: «Madre, ahí tienes a tu hijo» (Jn 19, 26). En una especie de testamento: encomienda a su Madre al cuidado del hijo, del discípulo. Pero también dice al discípulo: «Ahí tienes a tu madre» (Jn 19, 27).