Muerto está Cristo en la cruz sin quebrantarle ni un hueso
pues Longinos con su lanza solo la carne traspasa
manando a continuación sangre y agua de su pecho
cumpliendo la predicción que nos habla de éste hecho.
Este momento sublime, emblema de nuestra fe,
a lo largo de los siglos es fielmente recogido
por pintores y escultores, los que con su inspiración
plasmaron en la madera y en el lienzo su emoción.
En Logroño veneramos con amor y devoción
el Cristo crucificado de Las Animas llamado
que en el siglo diez y seis y en su taller logrones
esculpió Arnao de Bruselas con toda dedicación.
Jesús aparece muerto y con sus brazos tirantes
una pierna sobre otra, con un clavo que le taladra los pies,
con la boca entreabierta por su gran extenuación
y con los ojos cerrados y los párpados hinchados.
Su cabeza, con cabello y barba lacios, está un tanto ladeada
y caída hacia adelante, como en señal de su entrega
estando todo su cuerpo llagado y ensangrentado
y con la sangre manando por su herida en el costado.
Esta imagen inspirada, revela con claridad
la gran significación del drama de la Pasión
expresado vivamente en éste rostro divino
todo amor y caridad, haciendo sentir piedad.
En la Semana Santa de 1945, comenzó a celebrarse en los históricos claustros de la iglesia de Palacio el día de Viernes Santo a mediodía un solemnísimo Vía Crucis exclusivamente para hombres organizado por los Jóvenes de Acción Católica con una concurrencia extraordinaria que llenó por completo los claustros. A la terminación del mismo se preparó y aprovechó para llevar al Santísimo Cristo de las Ánimas en devota procesión y acompañada por todos los asistentes entonando cánticos penitenciales, el «paso» hasta la Colegiata de La Redonda dónde quedaba depositado para la procesión del Santo Entierro, quedando instituido éste acto hasta nuestros días en que continúa celebrándose. Años más tarde, se añadieron al cortejo el resto de «pasos» e imagenes que estaban depositados en esta Iglesia Imperia, Nuestra Señora de La Piedad y el Descendimiento de Cristo.
Vía Crucis y traslado del Santo Cristo de las Ánimas.
Si de nuevo, no hubiera esta situación anómala a día de hoy, en los Claustros de la Iglesia Imperial de Santa María de Palacio y por las calles de nuestra ciudad, veríamos discurrir una nueva edición del Viacrucis y Traslado del Santo Cristo de las Ánimas hasta la Concatedral de La Redonda para depositar el «paso» para la Magna Procesión del Santo Entierro, y anunciada con «algo así»;
Organizado por la Cofradía del Santo Cristo de las Ánimas
A las 12,00 horas en la Imperial Iglesia de Santa María de Palacio, tradicional Vía-Crucis
Al término del mismo, aproximadamente sobre las 13.00, se procede al traslado del “Paso ” hasta la Concatedral de la Redonda por el recorrido siguiente: Desde Santa María de Palacio, Marqué de San Nicolás (Mayor), calle del Puente, Avda. de Viana, Rodríguez Paterna, Portales, Plaza del Mercado, para entrar con el “Paso» del Sto. Cristo de las Ánimas, en la Capilla de los Ángeles de la Concatedral.
Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos líbranos, Señor, Dios nuestro.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Señor mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero. Creador, Padre y Redentor mío.
Por ser Tú quién eres, Bondad infinita, y porque te amo sobre todas las cosas,
me pesa de todo corazón haberte ofendido.
También me pesa que puedas castigarme con las penas del infierno.
Ayudado de tu divina gracia propongo firmemente nunca más pecar,
confesarme y cumplir la penitencia que me fuere impuesta. Amén.
VÍA-CRUCIS.
I Estación. JESÚS ES CONDENADO A MUERTE.
Te adoramos, Señor, y te bendecimos, porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo.
¡Jesús mío, condenado en vez de mí: Misericordia Señor!
Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Amén.
Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor es contigo; bendita tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la ahora de nuestra muerte. Amén.
Señor, pequé. Ten piedad y misericordia de mí y de todos nosotros, pecadores.
II Estación. JESÚS ES CARGADO CON LA CRUZ.
Te adoramos, Señor, y te bendecimos, porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo.
Jesús mío, cargado con mis pecados para descargarme de ellos: Misericordia Señor!
Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Amén.
Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor es contigo; bendita tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la ahora de nuestra muerte. Amén.
Señor, pequé. Ten piedad y misericordia de mí y de todos nosotros, pecadores.
III Estación. PRIMERA CAÍDA DEL SEÑOR.
Te adoramos, Señor, y te bendecimos, porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo.
¡Jesús mío, sucumbiendo bajo el peso de mis pecados para expiarlos: Misericordia Señor!
Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Amén.
Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor es contigo; bendita tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la ahora de nuestra muerte. Amén.
Señor, pequé. Ten piedad y misericordia de mí y de todos nosotros, pecadores.
IV Estación. JESÚS SE ENCUENTRA CON SU MADRE SANTÍSIMA.
Te adoramos, Señor, y te bendecimos, porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo.
¡Jesús mío, encontrándote con vuestra angustiada Madre: Misericordia Señor!
Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Amén.
Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor es contigo; bendita tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la ahora de nuestra muerte. Amén.
Señor, pequé. Ten piedad y misericordia de mí y de todos nosotros, pecadores.
V Estación. EL CIRINEO AYUDA A JESÚS.
Te adoramos, Señor, y te bendecimos, porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo.
¡Jesús mío, invitándome a participar de vuestra Cruz: Misericordia Señor!
Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Amén.
Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor es contigo; bendita tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la ahora de nuestra muerte. Amén.
Señor, pequé. Ten piedad y misericordia de mí y de todos nosotros, pecadores.
VI Estación. LA VERÓNICA ENJUAGA EL ROSTRO DEL SEÑOR.
Te adoramos, Señor, y te bendecimos, porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo.
¡Jesús mío, con el rostro manchado de inmundas salivas para expiar mi orgullo: Misericordia Señor!
Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Amén.
Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor es contigo; bendita tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la ahora de nuestra muerte. Amén.
Señor, pequé. Ten piedad y misericordia de mí y de todos nosotros, pecadores.
VII Estación. JESÚS CAE POR SEGUNDA VEZ.
Te adoramos, Señor, y te bendecimos, porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo.
¡Jesús mío, sucumbiendo otra vez para enseñarme a levantar después de las caídas: Misericordia Señor!
Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Amén.
Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor es contigo; bendita tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la ahora de nuestra muerte. Amén.
Señor, pequé. Ten piedad y misericordia de mí y de todos nosotros, pecadores.
VIII Estación. JESÚS HABLA CON LAS MUJERES.
Te adoramos, Señor, y te bendecimos, porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo.
¡Jesús mío, consolando a las mujeres de Israel, que, llorando, os seguían: Misericordia Señor!
Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Amén.
Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor es contigo; bendita tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la ahora de nuestra muerte. Amén.
Señor, pequé. Ten piedad y misericordia de mí y de todos nosotros, pecadores.
IX Estación. JESÚS CAE POR TERCERA VEZ.
Te adoramos, Señor, y te bendecimos, porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo.
¡Jesús mío, sucumbiendo de nuevo al pensar en mis ingratitudes: Misericordia Señor!
Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Amén.
Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor es contigo; bendita tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la ahora de nuestra muerte. Amén.
Señor, pequé. Ten piedad y misericordia de mí y de todos nosotros, pecadores.
X Estación. DESNUDAN AL SEÑOR Y SE REPARTEN SU TÚNICA.
Te adoramos, Señor, y te bendecimos, porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo.
¡Jesús mío, despojado de vuestras vestiduras para expiar mis vergüenzas: Misericordia Señor!
Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Amén.
Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor es contigo; bendita tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la ahora de nuestra muerte. Amén.
Señor, pequé. Ten piedad y misericordia de mí y de todos nosotros, pecadores.
XI Estación. JESÚS ES CALVADO EN LA CRUZ.
Te adoramos, Señor, y te bendecimos, porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo.
¡Jesús mío, clavado en la Cruz para expiar mis malas acciones: Misericordia Señor!
Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Amén.
Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor es contigo; bendita tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la ahora de nuestra muerte. Amén.
Señor, pequé. Ten piedad y misericordia de mí y de todos nosotros, pecadores.
XII Estación. MUERE JESÚS, NUESTRO SEÑOR, EN LA CRUZ.
Te adoramos, Señor, y te bendecimos, porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo.
¡Jesús mío, muerto en la Cruz para abrirme las puertas del Paraíso: Misericordia Señor!
Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Amén.
Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor es contigo; bendita tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la ahora de nuestra muerte. Amén.
Señor, pequé. Ten piedad y misericordia de mí y de todos nosotros, pecadores.
XIII Estación. COLOCAN A JESÚS EN LOS BRAZOS DE SU MADRE.
Te adoramos, Señor, y te bendecimos, porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo.
¡Jesús mío, puesto en los brazos de vuestra afligida Madre: Misericordia Señor!
Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Amén.
Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor es contigo; bendita tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la ahora de nuestra muerte. Amén.
Señor, pequé. Ten piedad y misericordia de mí y de todos nosotros, pecadores.
XIV Estación. EL SEÑOR ES SEPULTADO.
Te adoramos, Señor, y te bendecimos, porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo.
¡Jesús mío, encerrado entonces en el sepulcro y ahora en el Tabernáculo: Misericordia Señor!
Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Amén.
Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor es contigo; bendita tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la ahora de nuestra muerte. Amén.
Señor, pequé. Ten piedad y misericordia de mí y de todos nosotros, pecadores.
Pero no: después de la muerte, la Resurrección.
Enséñame a ver lo que pasa, lo transitorio y pasajero, a la luz de lo que no pasa. Y que esa luz ilumine todos mis actos. Así sea.
Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Amén.
Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor es contigo; bendita tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la ahora de nuestra muerte. Amén.
Señor, pequé. Ten piedad y misericordia de mí y de todos nosotros, pecadores.
Te suplico, Señor, que me concedas, por intercesión de tu Madre la Virgen, que cada vez que medite tu Pasión, quede grabado en mí con marca de actualidad constante, lo que Tú has hecho por mí y tus constantes beneficios.
Haz, Señor, que me acompañe, durante toda mi vida, un agradecimiento inmenso a tu Bondad infinita. Amén.