Viernes de Dolor. Nuestra Señora de los Dolores.

Nuestra Señora Virgen de los Dolores

Como broche final de la Cuaresma e inicio de la Semana Santa, hacen de este día “algo” muy excepcional. Los católicos manifestamos nuestro fervor religioso con esta celebración de los Dolores de Nuestra Señora y Madre de Jesús, así como Madre Nuestra, dando por finalizada la escalada Cuaresmal y habiéndonos preparado para celebrar la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús nuestro Señor.

Esta muy antigua celebración mariana tiene mucho arraigo en España, en toda Europa y también en América

En nuestra ciudad, hoy 11 de abril de 2014 a las 20.30 horas y organizado por la Parroquia de la Iglesia de Santiago el Real y Cofradía de Jesús Nazareno y Nuestra Señora de los Dolores, se ha organizado un año más la “Procesión de la Virgen de los Dolores”.

A la mencionada hora, efectuará su salida desde la Iglesia de Santiago el Real y continuará con el siguiente recorrido: Travesía de Santiago, Marqués de San Nicolás (calle Mayor), Sagasta, Hermanos Moroy, Marques de Vallejo, Portales, Sagasta, Marqués de San Nicolás, Travesía de Santiago para regresar de nuevo a la Iglesia de Santiago.

 

 Mater Dolorosa

(Del libro Historia de la Semana Santa de Logroño, de D. Eugenio Ugarte Alonso)

La devoción a la Virgen de los Dolores  en  la  parroquia  de Santiago el Real viene de antiguo. Se tienen noticias de que a mediados del siglo pasado (Siglo XIX), se celebraban solemnes cultos en su honor, cultos que culminaban en una solemne novena que terminaba el día de su fiesta, Viernes de Dolores, y a su final se hacía una procesión con su imagen por las calles del quiñón de la parroquia.

 

Para  éstas  solemnes  novenas  venían  ilustres  y  elocuentes oradores. En 1.892 fueron varios, siendo uno de ellos el Sr. Abad de la Colegiata de La Redonda. En 1.927 fue el R.P. Dimas Gómez del Corazón de María de la residencia de Jaén, y en 1.930 lo fue nuestro paisano el R.P.  Antonio Rubio,  superior  de  los  PP. Agustinos Recoletos de San Sebastián.

 

Vayan éstas muestras para comprender la importancia que se le daba a ésta novena que era muy esperada por nuestros antepasados que abarrotaban la amplia nave de la iglesia de Santiago. Los gastos eran sufragados por familias logroñesas devotas, que normalmente permanecían en el anonimato.

 

La procesión que se hacía a continuación del término de la novena el día  de  la  Virgen  de  los  Dolores,  también  se  hacía  con solemnidad. El recorrido era siempre el mismo y transcurría por las calles de Santiago, Mayor, Merced, Mercado (hoy Portales), Sagasta y Mayor con regreso a la iglesia, otra vez por la calle de Santiago. Un gran número de devotos, especialmente mujeres, concurrían a la misma con cirios encendidos; la presidía el párroco de Santiago y siempre llevaba una banda de música; el Gobernador Militar facilito la Banda del Regimiento por los años 1.890 y siguientes; en los años veinte de éste siglo fue la Banda de Música de Oyón (Union Musical Oyonesa) la que concurrió, interpretando siempre durante la procesión sentidas marchas religiosas.

 

En los balcones y ventanas de las calles de su itinerario se ponían colgaduras y se adornaban con farolillos y en las aceras se apelotonaba el público que contemplaba su paso con religioso silencio.

No es extraño que en aquél Logroño de 19.000 habitantes ésta procesión fuera un acontecimiento. Téngase en cuenta que en aquéllos tiempos la única procesión de Semana Santa era la del Viernes Santo.

 

El párroco de Santiago, don Pascual Fernández, se propuso impulsar ésta devoción a la Virgen de los Dolores, devoción que él sentía, y viendo la admirable respuesta del pueblo logroñés, especialmente mujeres, para mover más a ésta devoción mariana tuvo la idea en 1.892 de crear una Hermandad, solamente de mujeres, para seguir cultivando y engrandeciendo ésta devoción y evitar que la misma se perdiera con el paso del tiempo. Así pues,  en el mes de Marzo de 1.893  fundó ésta Hermandad «establecida para las mujeres de todos los estados, edades y condiciones en la parroquia de Santiago el Real de Logroño«. Comunica   al   Obispado   ésta   intención,   recibiéndose   una contestación “muy laudatoria» con fecha 17 de Agosto de 1.893.

 

No  existen  estatutos  y  tampoco  hábito  de  ésta  Hermandad, deduciendo que no se tuvieron en cuenta éstos detalles en su fundación. Se funda en torno a la imagen existente de la Virgen de  los Dolores,  de cuya  imagen no existe tampoco  origen  ni datación.

 

La imagen es de las llamadas «de vestir», como casi todas las Dolorosas; tiene una gran expresividad en el rostro y en sus finas manos, destaca su mirada de dolor y tristeza en sus bellos ojos compasivos y al mismo tiempo llenos de paz, una paz que trasmite a sus devotos y a cuantos la contemplan.

 

Sus manos, separadas, como queriendo abrazar a todo el género humano, sus hijos; sostiene un pañuelo en su mano derecha para secar sus lágrimas por la muerte de su amado Hijo.

 

Se organiza la Hermandad,  «solo de señoras, cualquiera que sea su posición,  edad o estado»  de una forma simple:  una  Junta Directiva  con  los  cargos  de  Presidenta,   Vicepresidenta, Tesorera, Secretaria, Vicesecretaria y tres vocales, siendo la dirección a cargo del Párroco o coadjutores de la parroquia de Santiago el Real. El objeto de la Hermandad era, y sigue siendo, «honrar de un modo especial a la Santísima Virgen bajo el título de sus Dolores».

 

Como la Hermandad era solo de mujeres, la Virgen era llevada a hombros en sus andas por cuatro cofrades de la Cofradía hermana de Jesús Nazareno cuya residencia canónica era la misma. Fueron muchas las señoras que se hicieron de la Hermandad durante los primeros años, por éste motivo se distribuyeron en Coros de a treinta hermanas cada uno, con su Directora al frente de cada uno, llegando a tener hasta cinco Coros, es decir más de 150 Hermanas. La cuota de cada una quedó establecida en un real al mes, pagadero por meses, semestres o por años, al arbitrio de cada hermana.

 

La imagen de la Virgen ha sido especialmente cuidada. A lo largo de los años su Hermandad y donaciones de personas devotas le han dotado de un magnífico manto de terciopelo negro bordado con un bien diseñado y artístico bordado en  oro , valiosos encajes en cabeza y puños, así como un corazón traspasado por siete puñales también de plata y diversas joyas, rosarios, pañuelos, etc. Esta imagen se veneraba durante todo el año en una capilla especial dentro de la iglesia de Santiago, llamada «capilla de los Dolores» hasta el año 1.981 en que fue trasladada a otra más pequeña donde está actualmente a fin de dejar la antigua capilla para el culto diario de la iglesia en los meses de invierno.

 

En el mes de Septiembre celebraban un solemne Septenario (Desde mediados de siglo XX en vez de novenario se celebra un septenario.) en honor de la Virgen, dado por los mejores oradores, el cual terminaba el día de su fiesta, 15 de Septiembre, festividad de La Virgen de los Dolores, y posteriormente las señoras componentes de la Hermandad hacían Ejercicios Espirituales dirigidos por un Padre Misionero. Algunos años éstos cultos se hicieron en la antigua iglesia de San Agustín que estaba situada donde hoy está Correos y Telégrafos, en la plaza de su mismo nombre.

 Virgen de los Dolores

En la cuaresma se preparaban y preparaban a los fieles de la parroquia con sermones cuaresmales y cultos para cumplir con el precepto pascual, a guardar el ayuno y abstinencia, estimular para tomar la Bula de la Santa Cruzada, etc.; sermones que terminaban el Viernes de Dolores con una solemne procesión por las calles del quiñón de la parroquia de Santiago, acudiendo a la misma todas las Hermanas para acompañar a la Virgen alumbrando con velas. Durante la misma el Párroco de Santiago desgranaba los Siete Dolores en otras tantas paradas, fervorines que eran escuchados por todos los numerosos asistentes dentro de un riguroso silencio y con gran devoción.

 

En el transcurrir de los años su Hermandad siempre ha venerado a la Virgen con diversos actos, especialmente dedicándole un Septenario con Misa y sermón, celebrándose el mismo dentro de la Cuaresma en algunas de sus semanas, en conjunción con la Parroquia y en todo caso celebrando el Viernes de Dolores, su fiesta, con Misa solemne y posterior procesión, la cual nunca ha dejado de hacerse con mayor o menor solemnidad. En la actualidad el Septenario se hace de forma que el último día del mismo coincida con el Viernes de Dolores.

 

A partir de 1.962 los hermanos de la cofradía de Jesús Nazareno portaron el «paso» de la Virgen revestidos con sus hábitos, que eran los de la Hermandad de la Pasión y el Santo Entierro, al objeto de darle mayor solemnidad. A partir de 1.976 la banda de tambores de ésta cofradía también se incluyó dentro de la procesión.

 

El  orden  de  la  misma era:  banda de tamborea de la cofradía de Jesús Nazareno revestidos con sus hábitos;  «paso»  de la  Virgen  de  Dolores portado por miembros de la    citada    cofradía también con sus hábitos escoltado por mujeres de la Hermandad de la Virgen de los Dolores alumbrando con velas encendidas;  Párroco  de Santiago     el     Real explicando   en   siete paradas los Siete Dolores de la Virgen, y como final el resto de las   Hermanas   de   su cofradía  junto  con  el público  devoto  de  la misma  que  antes  había llenado  la  iglesia  de Santiago.

 

A partir de 1.981 vino un cambio fundamental en ésta procesión del Viernes de Dolores que ha llegado a convertirse en la apertura procesional de la Semana Santa de Logroño. La Hermandad de la Virgen de los Dolores decrecía. Llevaba varios años en que las bajas, casi todas por fallecimiento, superaban en mucho a las altas.

 

La Hermandad pasaba por malos momentos. Entonces, la cofradía de Nuestra Señora de la Soledad, con residencia canónica en la catedral de Santa María de La Redonda y perteneciente a la Hermandad de la Pasión y el Santo Entierro, por medio de su Hermano Mayor, D. José Zorzano, se ofreció al párroco de Santiago el Real para portar ellos el «paso» de la Virgen de los Dolores, accediendo el párroco en nombre de la Hermandad. La Asamblea de la cofradía de Nuestra Señora de la Soledad aceptó la propuesta de su Hermano Mayor y la Junta de Gobierno de la Hermandad de la Pasión y el Santo Entierro dio su conformidad. Entonces se quiso hacer una procesión de más relieve, para lo cual se amplió su recorrido, rezándose un Vía Crucis público en vez de los Siete Dolores como se venía haciendo hasta entonces. Así se hizo: mediante altavoces el párroco de Santiago fue rezando las catorce estaciones en otras tantas paradas en un amplio recorrido, asistiendo mucho público.

 

También tomaron parte en la procesión las bandas de tambores de cuatro cofradías revestidos con sus hábitos propios: Las Siete Palabras y el Silencio, Jesús Nazareno, La Entrada de Jesús en Jerusalén y La Flagelación del Señor.

 

Es de destacar que en el año 1.983 la cofradía de Nuestra Señora de la Soledad le dotó al «paso» de unas magníficas andas nuevas con faldones de terciopelo negro, que lucen actualmente, y ampliando el número de portadores, dándole al «paso» una gran magnificencia.

 

También, y al igual que el año anterior, el grupo de hermanos de la cofradía de Santa María Magdalena acudió, revestidos con el hábito de la Hermandad, portando a hombros su «paso» con la imagen pequeña de su titular.

 

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