San Gregorio Ostiense

San GregorioNada se conoce sobre los primeros años de Gregorio, llamado Ostiense, ni tampoco quiénes fueron sus padres. Sólo se sabe que en su juventud ingresó en el instituto de los benedictinos, en Roma, en el convento de San Cosme y San Damián.

Desde su noviciado, brilló por su ciencia y su virtud. Todos auguraban que ornaría de gran honor la Orden benedictina. Pronto se verificó el vaticinio, pues los rápidos progresos que hizo le merecieron el concepto de docto y de santo. Por sus virtudes y consagración, pronto ganó la estima y el respeto de sus superiores, y fueron tales los progresos que hizo en los conocimientos, que a su fama de santo se unió la de docto.

Al morir el abad de San Cosme y San Damián, todos pensaron en Gregorio para sucederlo. En vano se excusó por todos los medios que le sugirió la humildad pues, convencidos los monjes de las cualidades de que estaba adornado Gregorio, insistieron en la elección hasta conseguirlo.

Desempeñó el cargo con tanto celo, prudencia y suavidad que pronto la disciplina monástica brilló en el monasterio, debido a sus sabias exhortaciones, a sus muchas virtudes y a sus edificantes ejemplos. En su nueva  dignidad, se acrecentó la fama de Gregorio, por la sabiduría, bondad y rigor puestos en el cumplimiento de su ministerio, y a tanto llegó  ella, que sus virtudes se hicieron públicas, lo cual movió al papa Juan XVIII a designarlo obispo de Ostia – el puerto de Roma  – y luego cardenal. Lo nombró además bibliotecario apostólico, y en este cargo sirvió Gregorio  a cuatro papas.

El Papa Juan XVIII le pidió una más estrecha colaboración, y lo nombró además de cardenal y obispo de Ostia en una de las llamadas diócesis suburbicarias de Roma, para las que el Papa designa personas de mucha confianza y consejo, también para el cuidado de la biblioteca apostólica, cargo que desempeñó con acierto y sabiduría.

Cuando así brillaba en Roma San Gregorio, ocurrió en España una terrible plaga de langosta, que asoló totalmente las actuales provincias de Navarra y La Rioja.

En la Edad Media fueron muy frecuentes las pestes y las plagas. Incluso se habla de la gran peste. Pero en realidad fueron muchas las que hubo. Eran tiempos de cultura teocéntrica, y las pestes se interpretaban como castigo de Dios.

Por aquel tiempo en España las provincias de Navarra y La Rioja eran asoladas por plagas, principalmente de langostas. Agotados los recursos humanos, los pobladores solicitaron la ayuda del papa. Éste, instituyó a Gregorio como su legado apostólico enviándolo a España en concreto a Navarra como legado suyo y posteriormente pasó a Nájera (La Rioja). Esta ciudad era por entonces la capital del reino de Navarra. Al hallarse en la península, Gregorio recorrió aquellos pueblos, predicando la penitencia y organizando rogativas. Contó entre sus discípulos, como valiosa ayuda, con Domingo de la Calzada, y es fama que los fieles siguieron con fervor aquellas indicaciones, saneándose de ese modo la región. La suerte más grande que tuvo Gregorio fue ese encuentro providencial con Domingo de la Calzada. Una vez que conoció sus cualidades, no dejó nunca que se separase de él. Le era de gran ayuda en el camino que habían emprendido ambos hacia la santidad. Gregorio le enseñó a Domingo esta senda con su ejemplo. Y gracias a él, Domingo llegó a ser santo con el nombre de Santo Domingo de la Calzada

Gregorio empezó a darse a conocer plenamente haciendo prodigios entre la gente y librándoles de la plaga de langostas. Gracias a este milagro y a su labor entre la gente sencilla y humilde, se granjeó la amistad y el cariño de los habitantes del reino de Navarra. Como se acudía a los Santos para obtener protección y hasta se les asignaba la protección de alguna peste especial a San Gregorio de Ostia, se acudía como abogado contra la langosta.

Los cinco años que habían durado sus grandes trabajos, continuos sacrificios e incesantes fatigas, debilitaron totalmente su salud. Cayó enfermo de gravedad y se retiró a Logroño donde dedicó el tiempo que le quedaba a prepararse para su muerte. Recibió los últimos Sacramentos entre transportes de amor, y con edificación de todos, y fijando los ojos en el cielo, fue a descansar en los brazos del Padre Celestial el 9 de mayo de 1044 según unos, o en la misma fecha pero de 1048, según otros. Fue sepultado con gran solemnidad en la iglesia de San Salvador de Piñalba.

Arqueta relicario de San Gregorio Ostiense

El tesoro de la basílica de San Gregorio Ostiense cuenta con una rica colección de piezas de orfebrería. Debe reseñarse la arqueta relicario de San Gregorio Ostiense (75 x 41, 5 x 61), de plata parcialmente dorada, pieza importante del Bajo Renacimiento navarro, que según las noticias documentales fue mandada labrar por don Mateo de Burgos, durante su visita pastoral de 1601, estando terminada para 1610, fecha de su solemne dedicación.

Arqueta San Gregorio

De acuerdo con el típico esquema de arqueta, presenta planta rectangular, apoyada en patas de garras, y frentes enmarcados por pilastras sobre base estriada y con fuste de decoración «a candelieri», que rematan pináculos con bolas herrerianas. Sobre su cubierta de perfil curvo se eleva un segundo cuerpo rígido más pequeño con asas e igual tipo de pináculos en el coronamiento, los cuales centran una cruz romboidal con el Crucificado. Cada uno de los frentes tiene marcos rectangulares y cristales ovales con pinturas muy perdidas, repitiéndose esta composición en el cuerpo superior. Los lados mayores cuentan además con pilastras medianas, separando sus dobles marcos, en cuyos fustes se alternan rectángulos casetonados con óvalos que llevan figuras, posiblemente de los Apóstoles, iconografía que completan las imágenes de mayor tamaño de San Andrés, San Mateo, San Juan y Santiago sobrepuestas en el centro de los marcos de estos mismos frentes.

En el segundo cuerpo aparecen hermes en lugar de las pilastras del primero. Decoran sus superficies ornatos finamente cincelados, a base de cintas, cartelas y óvalos, propios del repertorio bajorrenacentista, que destacan sobre fondos punteados. Las piedras polícromas, no obstante, responden a un añadido del siglo XVIII. La arqueta no tiene punzones y es, hasta el momento, obra anónima

Son célebres las imágenes de San Gregorio Ostiense en Logroño, Calahorra y Murillo de Río Leza; al igual que la ermita de San Gregorio en la Ruavieja de la capital riojana. Pero sobre todo, la grandiosa basílica de San Gregorio Ostiense en la cumbre de Piñalba, término de la villa de Sorlada, (Navarra), donde fue enterrado su cuerpo y desde donde, a lo largo de los siglos, seguirá saliendo en todas direcciones la reliquia de la cabeza, dentro de su efigie de plata, por la que era pasada el agua de San Gregorio para los campos en flor. Tanto que quedaría en el idioma español como un adagio: «Andas más que la cabeza de San Gregorio».

Ermita de San Gregorio de Logroño (La Rioja)

En la calle Ruavieja de Logroño, se encuentra la ermita de San Gregorio, reconstruida en el mismo lugar en el que estuvo la original, edificada en el siglo XVII. San Gregorio, obispo de Ostia, fue enviado a La Rioja como ya se ha contado,  por el Papa Benedicto IX. Dicha ermita, está enclavada en el mismo lugar en el que vivió y murió el santo.

En ella figura la siguiente inscripción:» Esta es la dichosa casa en que vivió San Gregorio y murió en ella el afío 1044, hallándose a su muerte Santo Domingo de la Calzada y San Juan de Ortega, sus discípulos. Y a honra y gloria suya hizo hacer esta capilla don Alonso de Bustamante y Torreblanca, regidor perpetuo de esta Ciudad, cuyas son las casas y se acabó el año 1642″.

Ermita de San Gregorio de Logroño

La ermita original desapareció en 1971, aunque el Ayuntamiento pudo recuperar buena parte de las piedras con las que estaba construida, las numeró y las guardó en sus almacenes para su reedificación.

Con la rehabilitación de la calle Ruavieja y la reedificación en ella de bloques de viviendas, el Ayuntamiento reservó el espacio en el que anteriormente se había situado la ermita para su reconstrucción.

Así, el 9 de mayo de 1994, coincidiendo con la festividad de San Gregorio y en el 950 aniversario de su fallecimiento, se inauguró la ermita nueva, en cuya reconstrucción se utilizaron las piedras que el Ayuntamiento había conservado cuidadosamente.

También se colocó el cuadro de San Gregorio, que la preside desde entonces, y que fue restaurado por el Club de Rotarios de Logroño y la estatua de San Gregorio, restaurada por Gregorio Martínez. Para asistir a la inauguración acudió a Logroño el párroco de Sorlada, localidad Navarra que acoge en su basílica los restos de San Gregorio, que trajo para la ocasión el busto del santo que se encuentra en la basílica. Y también estuvo presente, en forma de grabación musical, la voz de Pepe Blanco, que cantó a la ermita «chiquitita» en uno de sus temas más populares.

Otros Santos cuya fiesta se celebra hoy:  Santos: Geroncio, Prisco, Mainardo, Gregorio, obispos; Hermas, confesor; Beato, Benito, Dubán, Tomás, Esteban, Egidiano, Pacomio, abades; Nicolás Albergato, cartujo; Cristóbal, mártir; Luminosa, virgen.

 

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