Conmemoración de los Fieles Difuntos

La Iglesia desde los primeros siglos ha tenido la costumbre de orar por los difuntos. Cuenta San Agustín que su madre Santa Mónica lo único que les pidió al morir fue esto: «No se olviden de ofrecer oraciones por mi alma».

San Gregorio Magno afirma: «Si Jesucristo dijo que hay faltas que no serán perdonadas ni en este mundo ni en el otro, es señal de que hay faltas que sí son perdonadas en el otro mundo.

De San Gregorio se narran dos hechos interesantes. El primero, que él ofreció 30 misas por el alma de un difunto, y después el muerto se le apareció en sueños a darle las gracias porque por esas misas había logrado salir del purgatorio. Y el segundo, que un día estando celebrando la Misa, elevó San Gregorio la Santa Hostia y se quedó con ella en lo alto por mucho tiempo. Sus ayudantes le preguntaron después por qué se había quedado tanto tiempo con la hostia elevada en sus manos, y les respondió: «Es que vi que mientras ofrecía la Santa Hostia a Dios, descansaban las benditas almas del purgatorio». Desde tiempos de San Gregorio (año 600) se popularizó mucho en la Iglesia Católica la costumbre de ofrecer misas por el descanso de las benditas almas.

A San Agustín, le hicieron ésta pregunta: ¿Cuánto rezarán por mí cuando yo me haya muerto?, y la respuesta de San Agustín fue: «Eso depende de cuánto rezas tú por los difuntos. Porque el evangelio dice que en la medida que cada uno emplea para dar a los demás, esa medida se empleará para darle a él».

Dios creó los seres humanos para que disfruten de su Creador viéndole en la Gloria. Sin embargo, nada manchado puede entrar en el Cielo; por lo cual, quienes no sean perfectos deberán purificarse antes de ser admitidos en la presencia de Dios. La Iglesia enseña la existencia del Purgatorio, en donde las almas de los justos que mueren con mancha de pecado se purifican expiando sus faltas antes de ser admitidas en el Cielo. Entre tanto pueden recibir ayuda de los fieles que viven en la tierra. Es decir, por nosotros.

Almas de los justos son aquellas que en le momento de separarse del cuerpo, por la muerte, se hallan en estado de gracia santificante y por eso tiene derecho a entrar enla Gloria. Eljuicio particular les fue favorable pero necesitan quedar plenamente limpias de las manchas del pecado para poder ver a Dios «cara a cara».

«Manchas de pecado» quiere decir el castigo temporal que es debido por los pecados mortales o los veniales, ya perdonados en cuanto a la culpa, pero que en la hora de la muerte no están totalmente libres de castigo correspondiente a la culpa. «Manchas de pecado» puede referirse también a los pecados veniales que, al morir, no habían sido perdonados ni en cuanto a la culpa ni en cuanto a la pena. La Iglesia entiende por Purgatorio el estado o condición bajo el cual los fieles difuntos están sometidos a purificación.

La doctrina de la Iglesia sobre el Purgatorio encuentra fundamento en la Biblia. El texto de 2 Macabeos 12,46, da por supuesto que existe una purificación después de la muerte. Asimismo, las palabras de nuestro Señor: «El que insulte al Hijo del Hombre podrá ser perdonado; en cambio, el que insulte al Espíritu Santo no será perdonado, ni en este mundo ni en el otro» (Mt 12,32). Se llega a semejante conclusión en el texto de 1 Corinitios 3, 11-15.

En la Iglesia católica la práctica de rezar por las benditas almas del Purgatorio está basada sobre la fe en la Comunión de los Santos. Los miembros del Cuerpo Místico pueden ayudarse unos a otros, mientras estén en la tierra y después de la muerte. Si nos fijamos en las oraciones litúrgicas de la Iglesia vemos claramente que se invoca con frecuencia a los Ángeles y a los Santos en favor de la Iglesia sufriente o Purgatorio, pero siempre para que intercedan por ella. Toda persona en estado de gracia puede orar con provecho por las benditas almas; probablemente es necesario, al menos, hallarse en estado de gracia santificante para ganar las indulgencias por los difuntos.

El Concilio Vaticano Segundo hizo profesión de fe en la Iglesia Sufriente diciendo: «Este Sagrado Concilio recibe con gran piedad la venerable fe de nuestros hermanos que se hallan en gloria celeste o que aun están purificándose después de la muerte».

Aunque no sea doctrina definida, se mantiene como doctrina común que sufrimiento mayor del Purgatorio consiste en la «pena de ausencia», porque las almas están temporalmente privadas de la visión beatifica. Sin embargo, no hay comparación entre este sufrimiento y las penas del Infierno. Es temporal y por eso lleva consigo la esperanza de ver a Dios algún día cara a cara. Las almas lo llevan con paciencia, pues comprenden que la purificación es necesaria. La aceptan generosamente por amor de Dios y con perfecta sumisión a su voluntad.

Es probable que las penas del Purgatorio van disminuyendo gradualmente de manera que en las etapas finales no podemos comparar los sufrimientos de este mundo con los que padece un alma próxima a la visión de Dios. Pero las almas experimentan también inmensa alegría espiritual. Están totalmente ciertas de su salvación. Tiene fe, esperanza y caridad. Saben que ellas mismas están en amistad con Dios, confirmadas en gracia y sin poder ofenderle.

 Aunque las almas en el Purgatorio no pueden merecer, sin embargo pueden orar y obtener el fruto de la oración. El poder de su oración depende del grado de santidad. Es cierto que pueden orar por los que viven en la tierra.

Por la Comunión de los Santos entendemos que están unidas a la Iglesia militante. Debemos animarnos a invocar su ayuda con la confianza de que ellas nos escuchan. Entienden perfectamente nuestras necesidades, por que las experimentaron y porque están agradecidas a las oraciones, sacrificios y santas Misas que ofrecemos por ellas.

Ayer, día de Todos los Santos, al ser día festivo y no laboral, fueron multitud las personas que fueron y vinieron a los cementerios que estuvieron durante todo el día llenos. En los alrededores se ponen puestos de flores con cantidad de ofrecimientos para adornar por fuera las tumbas y nichos de los seres queridos. Debiera ser hoy ese día que dedicamos a nuestros difuntos en vez de ayer, que la Iglesia lo dedica a TODOS LOS SANTO. Por equivocación, comodidad u otras razones  hemos trasladado voluntariamente a esta festividad, el recuerdo y oraciones a nuestros fieles difuntos.

En todas las tumbas, se puede leer RIP como oración que indica deseo vehemente y afirmación. A los cristianos, éste fonema formado por las iniciales de Requiescat in pace en latín, descanse en paz en castellano, nos suena a oración con tintes de esperanza al recordar lo bueno realizado en vida por el muerto y teniendo muy presente lo mucho que abarca la misericordia de Dios. Los no creyente, solo les suena a voz hueca expresiva de la quietud del muerto, del profundo silencio del cementerio considerado como su última morada y juzgando la separación pretérita como una pérdida irreparable.

Hoy, en muy pocas poblaciones o ciudades se entierra a los difuntos en tierra. La mayoría de las poblaciones entierran en nichos. Todo ello conlleva una cifra económica importante para añadir a lo que habitualmente cuesta ya la muerte de un ser querido. Pasada la etapa de duelo por el ser fallecido, muchos nos olvidamos de ellos y solo en estos días, elevamos unas pequeñas oraciones y llevamos un pequeño presente como son una flores a las tumbas de estos seres queridos en su recuerdo.

Con este tipo de “molestias y dedicaciones” así como con todos los gastos ocasionados, no es de extrañar que cada vez mas gente se decante por la opción de la incineración. ¿Pero esta opción ayuda a resolver estos problemas?. Las molestias de trasladarse hasta el cementerio a dedicar unas oraciones y dejar unas flores pudieran ser, salvo que la urna esté depositada en uno de los nichos preparados para tal fin. Los gastos son más reducidos aunque la incineración cuesta también una buena cantidad, pero evitas tener que alquilar los nichos a través del tiempo. ¿Qué es entonces lo que “empuja” a muchos a tomar la decisión de la incineración de los nuestros seres queridos?.

Cada vez hay más inclinación hacia esta opción por las personas en general defendida por la modernidad y comodidad que representa ante la otra opción hasta ahora tradicional. Una vez terminada la cremación del cadáver, se nos entrega la urna que nos llevamos provisionalmente a nuestra casa hasta que pasado un tiempo, nos incordia, nos molesta e incluso se nos puede llegar a comentar por parte de visitas y amigos que “la situación” es morbosa. En ese momento se nos presenta un problema no de espacio que también pero mucho más profundo y sentimental. ¿Qué hacemos con la urna? Unas veces, los restos de ese familiar, padre, madre, hermanos o hijos, son espolvoreados al viento en cualquier lugar relacionado más o menos con el difunto, otras enterradas las cenizas en esos lugares o parecidas circunstancias y otras, hay que reconocer que de momento las menos, son colocadas en el contenedor de la basura para terminar con el problema.

Todas estas cosas, son las que nos llevan a modificar nuestras buenas y ya viejas tradiciones abandonándolas por otras en aras de la modernidad. No ya por la rebelión social contra la religión que también pero que en este caso, no nos puede dejar indiferentes a los creyentes, el privar a nuestros seres queridos de esas oraciones, de esas flores que no solo en estos días sino en todos los días del año, debiéramos tener presentes en el recuerdo, ofreciéndoles nuestra ayuda, nuestros rezos, rosarios, misas, etc., y nuestra súplica a los santos, a Nuestra Madre Celestial y a Nuestro Señor Jesucristo para que intercedan ante Dios nuestro Señor en la salvación de su alma y en la de todos los Fieles Difuntos.

Debiéramos rezar más por los difuntos. Ofrezcamos por ellos misas, comuniones, ayudas a los pobres y otras buenas obras. Nuestros seres queridos ya fallecidos, seguro que sí rezan y obtienen igualmente favores a favor de los desde la tierra, rezan por ellos.

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