Domund 2013

El lema del Domund para este año 2013 queda reflejado en la fórmula (Fe+Caridad)=Misión.

Lema Domund 2013

Fe + Caridad. No es legítimo separar, y menos, oponer, fe y caridad, dos virtudes teologales íntimamente unidas. “La existencia cristiana consiste en un continuo subir al monte del encuentro con Dios para después volver a bajar, trayendo el amor y la fuerza que derivan de este, a fin de servir a nuestros hermanos y hermanas con el mismo amor de Dios” como dijo nuestro papa emérito Benedicto XVI. Contemplación y acción están llamadas a coexistir e integrarse. La acogida salvífica de Dios, su gracia, su perdón por la fe orienta y promueve las obras de la caridad.

= Misión. La mayor obra de caridad, que nace de la fe, es la evangelización. “Ninguna acción es más benéfica y, por tanto, caritativa hacia el prójimo que partir el pan de la Palabra de Dios, hacerle partícipe de la Buena Nueva del Evangelio […]: la evangelización es la promoción más alta e integral de la persona humana”. El anuncio del Evangelio se convierte en una intervención de ayuda al prójimo, justicia para los más pobres, posibilidad de instrucción y asistencia médica, entre otras implicaciones sociales.

Estamos en la recta final de la preparación del DOMUND. Es el momento de recordar y animar a tantísimas personas, a lo largo y ancho de nuestra geografía, que están trabajando sin parar, para hacer como siempre desde que se inició que el llamamiento de ayuda a las misiones llegue a todos los oídos, a todos los rincones, a todas las personas.

Es bueno volver la vista atrás, al que fue el primer director nacional de Obras Misionales Pontificias en España (de 1926 a 1968), D. Ángel Sagarmínaga. Este gran sacerdote misionero, nació en Yurre el 1 de marzo de 1890, y murió el 15 de marzo de 1968.

Ángel SagarmínagaUna de las mayores cualidades que D. Ángel aportaba a todo su hacer, es la de trabajar sin pensar en términos de “éxito” o “fracaso”. Todo lo que se haga, se hace con paz y constancia y después se pone todo en manos de Dios.

D. Ángel llegó a ser conocido como “el hombre del DOMUND”, pero ese sobrenombre esconde una historia singular de esfuerzos, fracasos y tenacidad contra viento y marea. Y así fue desde el principio: cuando se lanzó a impulsar la celebración en España del primer Domingo Mundial de las Misiones, en 1926, obtuvo el “gran éxito” de que respondieran solo dos diócesis. Pero siguió adelante… Y al año siguiente fueron solo seis. Pero siguió adelante…

Año tras año, D. Ángel continuó su infatigable trabajo de animación misionera en circunstancias nada fáciles. De hecho, con su sentido del humor, él decía de su papel en esos comienzos: “Estaba siempre al pie del cañón; cosa en extremo difícil… porque antes tenía que fabricar el cañón”.

Insistía en que no tienen que distraernos ni los aparentes logros ni los aparentes batacazos. Tan claro lo tenía que contaba y decía: “El Papa no me ha enviado a conseguir éxitos, a recaudar limosnas, sino a predicar”. Y así se lo transmitía a todos sus colaboradores: “Dios no nos exige el éxito: nos exige el trabajo”.

Estamos ya en vísperas del DOMUND, y tenemos la gran suerte que ahora disponemos, es no tener ya que fabricar el cañón, como le pasó a D. Ángel, las energías de muchísimas personas se vuelcan en la preparación de este gran día de las misiones, se junta con la aportación cómplice de todos los que apoyamos con nuestro dinero y nuestras oraciones a todo este gran grupo de sacerdotes, misioneros, religiosos, voluntarios, laicos, etc., todos ellos “misioneros de vanguardia y retaguardia”.

Para ellos tiene que ir nuestro abrazo, nuestro agradecimiento por el trabajo y la ilusión “extra”, pero sobre todo, nuestra aportación generosa.

El pasado domingo día 13 de octubre, en la publicación semanal de «Pueblo de Dios» dedicaban estos párrafos a los verdaderos protagonistas de las MISIONES.

 

Como un torrente de vida, la historia de la Iglesia está repleta de páginas escritas con el lenguaje humilde y sencillo de nuestros misioneros, en las que sobresalen la dos palabras que mejor saben vivir y pronunciar: fe y caridad.

Los misioneros contemplan cada día el gran campo de la humanidad, minada de falta de esperanza y tan necesitada de un anuncio del Evangelio que le devuelva la vida. Como nos dice el Papa en el mensaje del Domund: “En esta situación tan compleja, donde el horizonte del presente y del futuro parece estar cubierto por nubes amenazantes, se hace aún más urgente el llevar con valentía a todas las realidades, el Evangelio de Cristo, que es  anuncio de esperanza, reconciliación, comunión, anuncio de la cercanía de Dios, de su misericordia, de su salvación, anuncio de que el poder del amor de Dios es capaz de vencer las tinieblas del mal y conducir hacia el camino del bien”.

El aliento misionero de la Iglesia se inspira y expira con los dos pulmones de la fe y la caridad; se nota que los dos están sanos en la misma vitalidad de la misión, cuando en la Iglesia nacen nuevas vocaciones misioneras y a todos los cristianos nos mueve el deseo de que Jesucristo sea conocido allí donde nunca se ha pronunciado su nombre.

Un año más la jornada del DOMUND nos confirma en esta fe misionera y  remueve nuestras entrañas cristianas, mostrando reconocimiento y gratitud a todos los misioneros y misioneras. Hoy les recordaremos en las peticiones de oración comunitarias y personales, en las catequesis de niños y adolescentes,  y sobre todo preparando con especial cuidado la celebración de la Eucaristía y su colecta. La fe y la caridad de todos serán sin duda el mejor aliento para la misión.

Seamos generosos. Mejor, seamos muy generosos. Aunque estemos en crisis, aunque estemos pasando por momentos difíciles, hay infinidad de hermanos que tienen muchísimo menos que nosotros.

Antiguas huchas del Domund

Este próximo domingo, saldrán de nuevo las ya famosas huchas del Domund en manos de nuestros jóvenes para ablandarnos el corazón y hacernos participes de la obra misionera, una actividad solidaria con la que se pretende recaudar la mayor cantidad de dinero para colaborar en la gran labor evangelizadora que realizan los misioneros de la Iglesia en países como América, África y Asia.

Saldrán a la calle huchas para recoger dinero y se instalarán además mesas en distintos puntos con el mismo fin.

Y en todas las parroquias, las colectas irán igualmente destinadas a las misiones.

Pero al igual que las aportaciones económicas son necesarias para mantener y «engrasar» toda la obra misionera, es tan importante o más, nuestras oraciones por todas las personas que componen ese gran grupo de sacerdotes, misioneros, religiosos, voluntarios, laicos, etc. Les debemos de dar las gracias por dedicarse a ésta maravillosa obra y como mejor podemos hacerlo es pidiendo al Señor por ellos, para que aumente en primer lugar las vocaciones sacerdotales, para que llame el Señor a muchos más, dedicados a la obra misionera, para que el Señor los proteja y los ilumine para llevar a buen puerto tan maravillosa misión.

Oremos y elevemos nuestras peticiones y oraciones por todo ello. Nuestro Padre nos lo concederá.

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