TODO SEA POR LA PASTA

dineroCuando tu familia no es titular de un patrimonio multimillonario que te permitirá vivir sin preocupaciones, tu capacidad de trabajo -unida a tu formación, tu inteligencia, tu salud y tu sagacidad- es la llave del futuro. Este es uno de los grandes valores inherentes al trabajo.

Teniendo en cuenta esto y la sabiduría que encierra el dicho “hijos pijos, nietos pordioseros”, más nos valdría a todos llegar a un consenso sólido sobre los usos y costumbres saludables en la empresa y en los mercados financieros. El grito de “sálvese quien pueda” no conduce a ningún puerto seguro.

El paro es considerado una lacra social por las consecuencias que de él se derivan para la propia sociedad, no tanto por el impacto que tiene en la vida de los individuos. Sin embargo, el trabajo es un derecho fundamental recogido en el artículo 23 de la Carta Internacional de Derechos Humanos y en el artículo 35 de la Constitución Española. Quienes utilizan la destrucción de empleo como simple estrategia comercial deberían ser gravemente sancionados.

Profundizando aún más en el tema, cabe decir que para los cristianos el trabajo honra los talentos que Dios nos ha entregado, edifica la personalidad de los individuos y es la forma que tenemos los hombres de colaborar con nuestro Padre-Dios, en lo que podría llamarse la empresa familiar (completar su  creación y lograr la implantación del Reino de Dios), pero nunca ha de ser el único eje de nuestras vidas. La economía está al servicio de las personas y en consecuencia, ni el concepto de ganancias es el objetivo único o principal de la actividad económica, ni elser humano puede ser utilizado como objeto para generar ganancias, pues hacerlo implicaría esclavizar a las personas. (Leer Catecismo de la Iglesia Católica, números 2426 al 2436).

Uno puede encontrarse con personas que lograron escapar de la pobreza a base de trabajo y sacrificios, que han llegado a ser eminentes científicos, profesionales o políticos, y que se dicen a sí mismos: “he trabajado mucho y duro para tener lo que tengo y ser quien soy. Ahora, quienes quieran contratar mi excelencia que paguen  a doblón o que se larguen”. Esta actitud no ayuda a romper el círculo vicioso de la pobreza en el que permanecen atrapados quienes fueran sus compañeros o amigos; es un planteamiento mezquino que propicia el atropello de los más indefensos, y la descarnada evidencia de lo que se consigue trabajando sólo por la pasta. Me pregunto si quienes obran así, desean realmente lo que consiguen con su ejemplo.

Los grandes progresos de la civilización occidental se han conseguido cuando se ha puesto la inteligencia (ciencia, ingeniería y razón) al servicio del hombre, en especial del que necesita más ayuda para ser autónomo. Sin embargo, cuando se han trasplantado empresas e investigaciones médicas al tercer mundo con la única premisa de “más producción por menos dinero”, se han provocado catástrofes vergonzantes y se ha perpetuado en la miseria a gente que ya vivía al límite de sus fuerzas.

Me niego a aceptar como axiomas, 1- que el objetivo principal del empresario sea ganar dinero y 2- que el acuerdo de las partes, o la ley de la oferta y la demanda, basten para justificar moralmente la cuantía del salario. El objetivo del empresario, honesto y bueno, es sacar adelante un proyecto (su proyecto) que da respuesta a determinadas necesidades planteadas por la sociedad. Y la justa remuneración “debe permitir que el asalariado y su familia vivan dignamente su vida material, social, cultural y espiritual, teniendo en cuenta la tarea y la productividad de cada uno, así como las condiciones de la empresa y el bien común” (Gaudium et Spes 67,2)

MARTACM

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