Vacaciones junto a Dios

Estamos de nuevo en pleno verano y nuestra rutina laboral cambia en todos los órdenes: las vacaciones escolares, los niños y no tan niños por casa, los horarios se cambian, los días son más largos, las noches más cortas, incluso algunos privilegiados, tienen la dicha de pasar algunos días fuera, en el pueble de origen, en la playa elegida, en la montaña, también en este segundo año tan anómalo por las actuales circunstancias.

vacaciones divinas

A los cristianos no nos debe de crear ningún inconveniente el hacer un cambio momentáneo en nuestra rutina de vida. Según leemos en el Evangelio de Marcos para el domingo 16 de Tiempo Ordinario en el ciclo B, Jesús, después de haber mandado a sus discípulos por primera vez a predicar y evangelizar, los recibe cansados y agotados. Jesús quiere verlos, estar con ellos tranquilos, escucharlos y entenderles y por eso les hace esta invitación: «Venid a un sitio tranquilo a descansar».

Los cristianos olvidamos hoy con demasiada frecuencia que un grupo de seguidores de Jesús no es solo una comunidad de oración, reflexión y trabajo, sino también una comunidad de descanso y disfrute.

Allá por el siglo IV, San Agustín de Hipona, gran obispo y Doctor de la Gracia, nos deja esta gran reflexión:

«Un grupo de cristianos es un grupo de personas que rezan juntas, pero también conversan juntas. Ríen en común y se intercambian favores. Están bromeando juntas, y juntas están en serio. Están a veces en desacuerdo, pero sin animosidad, como se está a veces con uno mismo, utilizando ese desacuerdo para reforzar siempre el acuerdo habitual. Aprenden algo unos de otros o lo enseñan unos a otros. Echan de menos, con pena, a los ausentes. Acogen con alegría a los que llegan. Hacen manifestaciones de este u otro tipo: chispas del corazón de los que se aman, expresadas en el rostro, en la lengua, en los ojos, en mil gestos de ternura».

El verano es tiempo de buscar algún descanso, de tomar algunos días de vacaciones, cambiar y dejar la rutina diaria, aunque tampoco pasa nada si no se toman, y siga todo con el habitual ritmo del día a día.

Pero para muchos, cuando llega el verano, la vivencia de la fe se viene abajo o por lo menos bajo mínimos y son muchos los que descuidan la participación eucarística, otros muchos desatienden la oración del día a día, etc.

También las parroquias disminuyen muchísimo sus actividades. Las comunidades cristianas se aletargan y se relajan, “duermen” muchas de ellas hasta el fin del periodo estival. Muchas publicaciones semanales cristianas dejan de publicarse. Muchos foros y lugares de debates quedan ralentizados.

Nada nuevo en nuestras vidas. Año tras año por estas fechas sucede igual. En otros estamentos, en otros apartados, en otro tipo de asociaciones y comunidades, nos tomamos unas vacaciones o por lo menos, nos relajamos en nuestros quehaceres.

Pero en lo único que no podemos ni debemos “irnos” de vacaciones, es en la vivencia de nuestra fe.

¿Acaso Dios toma vacaciones? ¿Acaso Dios reduce su horario? ¿Acaso Dios reduce su atención y presencia por descanso vacacional? ¿Acaso Dios se relaja y disminuye su atención, reduciéndolo a un horario más limitado?

No, Dios no toma vacaciones. Dios siempre está pendiente de todos y cada uno de nosotros, siempre. Dios no descansa en ningún momento del día, de la noche, del año. Siempre lo tenemos ahí……

Somos nosotros los que nos relajamos y nos olvidamos o por lo menos disminuimos nuestra relación respecto a Dios. Podemos decir que el descenso en la práctica religiosa durante el verano nos lleva a ser cristianos de tiempo parcial. A vivir la fe de forma esporádica en esta temporada. Y sería un síntoma de una fe vivida superficialmente.

Las personas que se han encontrado con Jesucristo, ya no viven más para sí. Tanto en invierno como en verano, en el trabajo y en las vacaciones, en la salud y en la enfermedad, con calor o con frío, su vida sólo encuentra sentido en la íntima relación con Dios.

No olvidemos pues, que Dios no se toma vacaciones en su búsqueda de amor al hombre y que estas vacaciones, pueden ser tiempo excepcional para salir a su encuentro. Y es que, en verano seguimos siendo cristianos. Es más, tenemos una magnífica oportunidad de serlo y de demostrarlo.

Dios no toma vacaciones, pero Satanás, el demonio, el maligno, el tentador, como quieras llamarlo, tampoco queda de vacaciones y no tenemos que dejar que el mal tome parte en nuestras vidas tampoco ahora.

Diez consejos para vivir con plenitud nuestra fe en verano

Recordemos algunos consejos para estas vacaciones. Son consejos sencillos y que a todos nos vienen muy bien.

  • Vive tu nombre y condición de cristiano.

No te avergüences en verano de ser cristiano. Falsearías tu identidad. Estés donde estés intenta tener muy claro quién eres y lo que eres, hijo de Dios.

  • Vive el domingo.

En vacaciones, el domingo sigue siendo el día del Señor y Dios no se va de vacaciones. Acude a la Eucaristía dominical. Tienes además más tiempo libre.

  • Vive la familia.

Dialoga, juega, goza con ellos sin prisas. Reza en familia. Asiste al templo también con ellos. Intenta visitar a esos familiares que durante el resto del año ves menos. La familia es la célula vital de la sociedad, apuesta por ella.

  • Vive la vida.

La vida es el gran don de Dios. No hagas peligrar tu propia vida y evita riesgos a la vida de los demás. La vida es bella, saboréala, vívela con sencillez y con respeto. Apuesta por la vida y por la cultura de la vida.

  • Vive la amistad.

Desde la escucha, la confianza, la ayuda, el diálogo, el enriquecimiento y el respecto a la dignidad sagrada de las demás personas. Visita a los amigos, queda con ellos.

  • Vive la justicia.

No esperes que, todo te lo den hecho. Otros trabajan para que tú tengas vacaciones. Ellos también tienen sus derechos. Respétales y respeta sus bienes.

  • Vive la verdad.

Evita la hipocresía, la mentira, la crítica, la presunción engañosa e interesada o la vanagloria.

  • Vive la limpieza de corazón.

Supera la codicia, el egoísmo y el hedonismo. Vacación no equivale a permisividad.

  • Vive la solidaridad.

No lo quieras todo para ti. Piensa en quienes no tienen vacaciones, porque ni siquiera tienen el pan de cada día. La caridad tampoco toma vacaciones.

  • Reza un poco más y busca silencio.

Ten la experiencia de callar y si puedes, da un paseo por la playa, por la sierra, o por algún parque cercano a tu casa, pero hazlo en silencio. En el silencio habla Dios, en el silencio se escucha a Dios. En el silencio se aprende a vivir.

Como en los mandamientos, en estos consejos hay uno que siendo el principal te lleva a todos los demás. Es el único que su título no empieza por el “Vive”. La oración al Padre en el silencio, en la paz, nos lleva a escuchar a Dios que nos habla precisamente en esa paz y en ese silencio.

Nuestras vacaciones… mejor con Dios.

“Y acabó Dios en el día séptimo la obra que hizo; y reposó el día séptimo de toda la obra que hizo. Y bendijo Dios al día séptimo, y lo santificó, porque en él reposó de toda la obra que había hecho en la creación”.

Recuerda estas 5 acciones concretas para mantenerse cercano a Dios en vacaciones

  • Recordar a Dios por las mañanas.

Es verdad que en las vacaciones los horarios son diferentes, dormimos más tarde, despertamos más tarde. Pero es importante que a la hora de despertar cerremos los ojos y agradezcamos a Dios por un nuevo día. Le dediquemos de 5 a 10 minutos antes de iniciar actividades.

  • Visitar la Eucaristía.

En cualquier viaje que hagamos, es importante ubicar alguna Iglesia y visitar al Santísimo. Además de hacer una pausa en nuestro viaje, podemos tener unos momentos de reflexión y cercanía con Dios. Se puede aprovechar para conocer y admirar la Iglesia. Es recomendable saludar al párroco y preguntarle sobre la historia de esa Iglesia. Nos servirá también como paseo cultural.

  • Buscar una Iglesia cercana y tener en cuenta los horarios de las misas.

Contar con los domingos para acercarse ese día con la familia a la Iglesia para asistir a la celebración eucarística. Lo más recomendable es hacerlo durante la mañana ya que si lo dejamos para la tarde, puede que el cansancio del día nos tiente a no asistir.

  • Rezar y orar en familia.

Buscar momentos de recogimiento para agradecer a Dios el periodo vacacional, la unidad familiar, el tiempo de descanso, etc. Estos momentos pueden ser en el hotel, en alguna iglesia cercana o antes de cada alimento.

  • Oraciones de la noche.

Al concluir el día es muy importante agradecer a Dios y ponerse en sus manos. Hacer un balance del día que concluye. Esto puede ser cerca del mar o en alguna vista donde podamos admirar la creación de Dios.

Con estas sencillas acciones podemos tener presente a Dios en nuestras vacaciones. Ahora solo queda disfrutar el tan merecido tiempo de descanso.

Oraciones y peticiones al Señor, en nuestras vacaciones.

Señor Dios mío, tú que hablaste con tus discípulos y les dijiste: «Venid conmigo a un lugar apartado y descansad un poco», hoy te pedimos por nuestras vacaciones.

Para los itinerarios de nuestro día a día, los quehaceres diarios, las impaciencias y agobios.

Necesitamos reposo y calma.
Necesitamos armonía y comunicación.
Necesitamos cariño y encuentro.
Necesitamos respiro para nuestro cuerpo y para nuestra alma.
Necesitamos descanso y relajación.

Bendícenos, Señor, en nuestras vacaciones.

Haz que sean días de fecunda vida en familia.
Haz que nos encontremos con nosotros mismos y con las demás personas.
Haz que el suave golpeteo de la brisa propicie el diálogo.
Haz que el ejercicio en nuestro cuerpo, siempre nos fortalecerá.
Haz que la lectura, siempre nos brinde sabiduría.
Haz que los viajes a lugares culturales nos abran siempre caminos a nuevas costumbres,
para el gozo inigualable que colma el corazón de las personas.

Convierte nuestras vacaciones en tiempos de búsqueda.

Para que sean días de oro y tengamos tiempo para ti.
Para buscarte en el silencio y en la paz del relax.
Para buscarte en el espacio de oración y reflexión.
Para blindar la fe y ser testigos del evangelio.
Para practicar tu ley divina y la de tu iglesia.
Para escuchar con más paciencia tu palabra.
Para estar presentes en tu mesa de la eucaristía.

Tú que siempre estás cerca de nosotros.

Que nuestros senderos estén entrelazados con los tuyos.
Que nuestras vacaciones de verano encuentren gloria en ti.
Que nuestras vidas se unan al Pescador, Pastor, Salvador, Hermano, Amigo, Padre.
Que nuestros hermanos te encuentren también a Ti, junto a nosotros.

Que seas nuestra guía Señor para encontrar siempre el camino.
Que juntos logremos atravesar la aventura que representa nuestras vidas.

 

Te necesito Señor y Salvador Jesús, para que me ayudes en todo momento, incluso en estos días de descanso, a buscarte como un náufrago busca tierra firme en mar adentro.

Amén.

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