EFICIENCIA O FANATISMO

Trabajo 1Cada vez que me siento a escribir, sobre todo cuando el tema suscita mi pasión (defendiendo, combatiendo o resaltando la hermosura e inteligencia subyacentes a la anécdota que traigo á colación), suelo preguntarme dónde está la diferencia entre el fanatismo y la eficiencia.

Doy por sentado que querer es poder y que la mejor forma de asegurar el éxito de cualquier empresa (eficiencia) es contar con el interés, la implicación, la curiosidad y la ilusión de quien la lleva  adelante; en una palabra, contar con el empuje que da la pasión por el proyecto en cuestión. Pero, ¿a partir de qué momento la pasión se convierte en fanatismo y el afán por explicar mis razones en obsesión por convencer a terceros? ¿Cómo evitarlo?

He llegado a la conclusión de que, para evitar que me crezcan las orejeras y la maza propias del fanático, lo mejor es escuchar a los otros. Mejor que estudiar la historia (a veces manipulada vía interpretaciones personales), mejor que acudir a simposios, seminarios y charlas  (con frecuencia cargados de ideología monocromática), mejor que todo eso, es conversar con aquellos que muestran abierta y sencillamente, sin exhibicionismo, su opinión honesta, sus experiencias, su perspicacia o sensibilidad hacia determinadas realidades y los sentimientos que les provocan esas realidades. Claro que conversar en esta actitud supone voluntad de aprender – no de imponer – y tener en frente alguien en la misma actitud, ambas, cosas poco corrientes.

Con la tranquilidad que me da saber que yo sí hago mis ejercicios anti-fanatismo, quisiera hablarles durante los próximos números del trabajo, la crisis española y el sistema económico que nos hemos dado.

Por cierto, para mí está siendo un descubrimiento conocer a san José Mª Escrivá de Balaguer – y tenía mis prejuicios -, en relación al significado de las palabras “trabajo” y “profesionalidad”. El santo sostenía, por ejemplo, que la categoría del trabajo depende de la persona que lo realiza, no de la remuneración, ni del prestigio social que pueda conllevar; que el espíritu del Opus Dei es ser cristianos, no de fin de semana yendo a misa los domingos, sino de semana completa santificando el trabajo diario; y que “la movilización universal de los cristianos para la paz, para el bienestar, para la comprensión y para la fraternidad es una forma de aportar soluciones de justicia y de caridad (soluciones de cristiano) capaces de resolver cualquier conflicto o dificultad planteada”. (San José Mª Escrivá de Balaguer en Brafa, Obra Corporativa del Opus Dei)

A lo que voy. Sin pretender imponer mi visión cristiana del trabajo, ni sentar cátedra propia distinta a la de la Iglesia, ni cargarme o consagrar ningún postulado sindicalista, quiero intentar traer al primer plano de sus conciencias el sentido y el valor genuinos del trabajo. Es mi modesta contribución para resolver la crisis “que amenaza hundirnos” – es una exageración deliberada -, convencida como estoy  de que el cáncer que provoca estos síntomas (falta de trabajo y de crédito) es la renuncia a valores fundamentales.

Como san José Mª les digo: “Una solución inmediata: ser mejor cada día tu y yo”. Vivir esta premisa subraya la diferencia entre la eficiencia y el fanatismo.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.