Inicio Foros Formación cofrade Evangelio Dominical y Festividades Evangelio domingo 15/11/2020 33º de Tiempo Ordinario Ciclo A

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    Anónimo
    Inactivo

    «Como has sido fiel en lo poco, entra en el gozo de tu señor»

    Lectura del santo Evangelio según San Mateo

    En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola:

    «Un hombre, al irse de viaje, llamó a sus siervos y los dejó al cargo de sus bienes: a uno le dejó cinco talentos, a otro dos, a otro uno, a cada cual según su capacidad; luego se marchó.

    El que recibió cinco talentos fue en seguida a negociar con ellos y ganó otros cinco. El que recibió dos hizo lo mismo y ganó otros dos.

    En cambio, el que recibió uno fue hacer un hoyo en la tierra y escondió el dinero de su señor.

    Al cabo de mucho tiempo vino el señor de aquellos siervos y se puso a ajustar las cuentas con ellos.

    Se acercó el que había recibido cinco talentos y le presentó otros cinco, diciendo:

    «Señor, cinco talentos me dejaste; mira, he ganado otros cinco».

    Su señor le dijo:

    «Bien, siervo bueno y fiel; como has sido fiel en lo poco, te daré un cargo importante; entra en el gozo de tu señor».

    Se acercó luego el que había recibido dos talentos y dijo:

    «Señor, dos talentos me dejaste; mira, he ganado otros dos».

    Su señor le dijo:

    «¡Bien, siervo bueno y fiel!; como has sido fiel en lo poco, te daré un cargo importante; entra en el gozo de tu señor».

    Se acercó también el que había recibido un talento y dijo:

    «Señor, sabia que eres exigente, que siegas donde no siembras y recoges donde no esparces, tuve miedo y fui a esconder tu talento bajo tierra. Aquí tienes lo tuyo».

    El señor le respondió:

    «Eres un empleado negligente y holgazán. ¿Conque sabias que siego donde no siembro y recojo donde no esparzo? Pues debías haber puesto mi dinero en el banco, para que, al volver yo, pudiera recoger lo mío con los intereses. Quitadle el talento y dádselo al que tiene diez. Porque al que tiene se le dará y le sobrará, pero al que no tiene, se le quitará hasta lo que tiene. Y a ese siervo inútil echadlo fuera, a las tinieblas; allí será el llanto y el rechinar de dientes»».

    Palabra del Señor.

    #19155
    Anónimo
    Inactivo

    Josma nos deja los comentarios al Evangelio.

    MIEDO AL RIESGO

    La parábola de los talentos es muy conocida entre los cristianos. Según el relato, antes de salir de viaje, un señor confía la gestión de sus bienes a tres empleados. A uno le deja cinco talentos, a otro dos y a un tercero un talento: «a cada cual según su capacidad». De todos espera una respuesta digna.

    Los dos primeros se ponen «enseguida» a negociar con sus talentos. Se les ve trabajar con decisión, identificados con el proyecto de su señor. No temen correr riesgos. Cuando llega el señor le entregan con orgullo los frutos: han logrado duplicar los talentos recibidos.

    La reacción del tercer empleado es extraña. Lo único que se le ocurre es «esconder bajo tierra» el talento recibido para conservarlo seguro. Cuando vuelve su señor, se justifica con estas palabras: «Señor, sabía que eras exigente y siegas donde no siembras… Por eso, tuve miedo y fui a esconder tu talento bajo tierra. Aquí tienes lo tuyo». El señor lo condena como empleado «negligente».

    En realidad, la raíz de su comportamiento es más profunda. Este empleado tiene una imagen falsa del señor. Lo imagina egoísta, injusto y arbitrario. Es exigente y no admite errores. No se puede uno fiar. Lo mejor es defenderse de él.

    Esta idea mezquina de su señor lo paraliza. No se atreve a correr riesgo alguno. El miedo lo tiene bloqueado. No es libre para responder de manera creativa a la responsabilidad que se le ha confiado. Lo más seguro es «conservar» el talento. Con eso basta.

    Probablemente, los cristianos de las primeras generaciones captaban mejor que nosotros la fuerza interpeladora de la parábola. Jesús ha dejado en nuestras manos el Proyecto del Padre de hacer un mundo más justo y humano. Nos ha dejado en herencia el mandato del amor. Nos ha confiado la gran Noticia de un Dios amigo del ser humano. ¿Cómo estamos respondiendo hoy los seguidores de Jesús?

    Cuando no se vive la fe cristiana desde la confianza sino desde el miedo, todo se desvirtúa. La fe se conserva pero no se contagia. La religión se convierte en deber. El evangelio es sustituido por la observancia. La celebración queda dominada por la preocupación ritual.

    Sería un error presentarnos un día ante el Señor con la actitud del tercer empleado: «Aquí tienes lo tuyo. Aquí está tu Evangelio, aquí está el proyecto de tu reino y tu mensaje de amor a los que sufren. Lo hemos conservado fielmente. Lo hemos predicado correctamente. No ha servido mucho para transformar nuestra vida. Tampoco para abrir caminos de justicia a tu reino. Pero aquí lo tienes intacto».

    José Antonio Pagola

    ARRIESGARSE

    Fui a esconder tu talento bajo tierra.

    Con frecuencia se ha entendido la religión como un sistema de creencias y prácticas que sirven para protegerse contra Dios, pero no ayudan a vivir de manera creativa. Esta religión conduce a una vida triste y estéril donde lo importante es vivir seguros ante Dios, pero donde falta alegría y dinamismo.

    Hay que decirlo sin rodeos. En el fondo de esa religión sólo hay miedo. Quien busca protegerse de Dios es que le tiene miedo. Esa persona no ama a Dios, no confía en él, no disfruta de su misericordia. Sólo le teme y por eso busca en la religión remedio para sus miedos y fantasmas.

    Después de Jesús, no tenemos ya derecho a entender y vivir así lo religioso. Dios no es un tirano que atemoriza a los hombres buscando egoístamente su propio interés, sino un Padre que le confía a cada uno el gran regalo de la vida. Por eso, Jesús imagina a sus seguidores no como «observantes piadosos» de una religión, sino como creyentes audaces dis puestos a correr riesgos y superar dificultades para «inventar» una vida más digna y dichosa para todos. Un discípulo de Jesús se siente llamado a todo menos a enterrar su vida de manera estéril.

    El tercer siervo de la parábola es condenado, no por hacer algo malo sino porque, paralizado por el temor a su Señor, «entierra» los talentos que se le han confiado. El mensaje es claro. A Dios no se le puede devolver la vida diciendo: «Aquí está lo tuyo. La vida que me diste no ha servido para nada». Es un error vivir una vida «religiosamente correcta» sin arriesgamos a vivir el amor de manera más audaz y creativa.

    Quien sólo busca cuidar su vida, protegerla y defenderla, la echa a perder. Quien no sigue las aspiraciones más nobles de su corazón por miedo a fracasar, ya está fracasando. Quien no toma iniciativa alguna para no equivocarse, ya se está equivocando. Quien sólo se dedica a conservar su virtud y su fe, corre el riesgo de enterrar su vida. Al final, no habremos cometido grandes errores, pero no habremos vivido.

    Jesús es una invitación a vivir intensamente. A lo único que hemos de temer es a vivir siempre con miedo a arriesgarnos, con temor a salimos de lo «correcto», sin audacia para renovamos, sin valor para actualizar el evangelio, sin fantasía para inventar el amor cristiano.

    José Antonio Pagola

    BÚSQUEDA CREATIVA

    A pesar de su aparente inocencia, la parábola de los talentos encierra una carga explosiva. Sorprendentemente, el “tercer siervo” es condenado sin haber cometido ninguna acción mala. Su único error consiste en “no hacer nada”: no arriesga su talento, no lo hace fructificar, lo conserva intacto en un lugar seguro.

    El mensaje de Jesús es claro. No al conservadurismo, sí a la creatividad. No a una vida estéril, sí a la respuesta activa a Dios. No a la obsesión por la seguridad, sí al esfuerzo arriesgado por transformar el mundo. No a la fe enterrada bajo el conformismo, sí al trabajo comprometido en abrir caminos al reino de Dios.

    El gran pecado de los seguidores de Jesús puede ser siempre el no arriesgarnos a seguirlo de manera creativa. Es significativo observar el lenguaje que se ha empleado entre los cristianos a lo largo de los años para ver en qué hemos centrado con frecuencia la atención: conservar el depósito de la fe; conservar la tradición; conservar las buenas costumbres; conservar; la gracia; conservar la vocación…

    Esta tentación de conservadurismo es más fuerte en tiempos de crisis religiosa. Es fácil entonces invocar la necesidad de controlar la ortodoxia, reforzar la disciplina y la normativa; asegurar la pertenencia a la Iglesia… Todo puede ser explicable, pero ¿no es con frecuencia una manera de desvirtuar el evangelio y congelar la creatividad del Espíritu?

    Para los dirigentes religiosos y los responsables de las comunidades cristianas puede ser más cómodo “repetir” de manera monótona los caminos heredados del pasado, ignorando los interrogantes, las contradicciones y los planteamientos del hombre moderno, pero ¿de qué sirve todo ello si no somos capaces de transmitir luz y esperanza a los problemas y sufrimientos que sacuden a los hombres y mujeres de nuestros días?

    Las actitudes que hemos de cuidar hoy en el interior de la Iglesia no se llaman “prudencia”, “fidelidad al pasado”, “resignación”… Llevan más bien otro nombre: “búsqueda creativa”, “audacia”, “capacidad de riesgo”, “escucha al Espíritu” que todo lo hace nuevo.

    Lo más grave puede ser que, lo mismo que le sucedió al tercer siervo de la parábola, también nosotros creamos que estamos respondiendo fielmente a Dios con nuestra actitud conservadora, cuando estamos defraudando sus expectativas. El principal quehacer de la Iglesia hoy no puede ser conservar el pasado, sino aprender a comunicar la Buena Noticia de Jesús en una sociedad sacudida por cambios socioculturales sin precedentes.

    José Antonio Pagola

    También el de Kamiano.

    TALENTOS, TRABAJO, AGRADECIMIENTO.

    El Señor nos da unos talentos, unos dones para que saquemos el máximo partido de ellos. La actitud del que recibe un talento es doble: agradecimiento y trabajo. Gratitud a Dios por lo que nos brinda. Y, luego, ponerse a trabajar con los talentos recibidos.

    No somos los cristianos gente de esconder el talento. Lo ponemos al servicio de los demás. Esto requiere esfuerzo, entrega, constancia, disponibilidad… y, al final, la satisfacción del deber cumplido, de la entrega que se va realizando en el día a día, de la alegría de poner en juego lo que gratuitamente el Señor nos regala.

    Así que, ¡adelante!, a aprovechar al máximo esos talentos con los que el Señor ha tenido a bien ponernos en este mundo para que se note que estamos en él.

    Texto: Fernando Cordero ss.cc

    Dibujo: Patxi Velasco FANO

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